Hace tiempo que la Agencia Tributaria anunció su intención de fiscalizar un sector en el que tradicionalmente todo, o cuando menos la mayoría, del dinero que mueve a su alrededor es en negro: el de las fiestas patronales y las romerías. Su objetivo fueron las comisiones de fiestas y la contratación de las orquestas y grupos musicales. Ahora es la Seguridad Social la que ha puesto el foco en los feriantes, los tradicionales bares de las romerías e hila tan filo que han llegado incluso a las rosquilleras y los cereros que plantan su mesa al lado de las ermitas y capillas de las principales romerías de Galicia para vender los exvotos que luego portan los fieles en las procesiones.

Un ejemplo del celo que está poniendo el Estado a la hora de impedir que ni un solo céntimo de euro se escape de su control y entre en la economía sumergida se vivió este sábado en la multitudinaria romería de Amil. Varios inspectores del Ministerio de Empleo se plantaron el sábado en el recinto festivo de la carballeira y realizaron una exhaustiva inspección en las decenas de puestos allí instalados. Los hay, además, de todo tipo. Desde artesanía, a venta de productos gastronómicos, pulpeiros, bares, heladerías, rosquilleras, coches de choque, ferreterías... Y, según relataban ayer los propios feriantes, fueron pocos los que dejaron sin visitar. "Nos pedían de todo, comprobar sí cobrábamos correctamente el IVA, certificado de autónomos o el de la seguridad social si teníamos a alguna persona trabajando en el puesto", explicaba indignada una rosquillera. Ella sí estaba dada de alta como autónoma, y tenía todos los papeles en regla para vender uno de los productos tradicionales de la romería de Amil, pero ante el aluvión de gente que llega a esta parroquia de Moraña durante estos días necesitó la ayuda de una persona "a la que tuve que dar de alta en la Seguridad Social por solo un día para evitar la multa y eso que ella ya tiene el alta como autónoma en otro sector, pero no les vale".

"No veo normal que tenga que dar de alta en la Seguridad Social a mi propia hija para que pueda venirme a ayudar a vender esta mañana que es un día en el que hay un aluvión de gente en la romería"; comentaba enfadada otra de las rosquilleras instaladas ayer en Amil.

Cereros

También algunos cereros dicen que recibieron sanciones de los inspectores. El trabajador de uno de los puestos asegura que el dueño del mismo le dio de alta en la Seguridad Social para la jornada de ayer domingo después de la "redada" (como la llamó el mismo) que los pilló por sorpresa el día anterior. "Sí, sí que pusieron multas, y no pocas, algunas dicen que hasta de 20.000 euros", señala este mismo vendedor mientras repartía velas, cirios y exvotos. El enfado fue tal entre algunos vendedores que cuentan que más de uno levantó su chiringuito, no se sabe si por miedo a que se presentaran los inspectores o por su indignación.

La Inspección de Trabajo hiló tan fino este fin de semana en Amil que las inspecciones llegaron incluso a los vecinos de la zona que habilitan durante los dos días de romería aparcamientos de pago. Algunos de los propietarios de las fincas popularmente bautizadas como "leiraparking" tuvieron serios problemas. Los más cercanos al recinto festivo fueron sancionados y su indignación era máxima. "Es increíble que nos vengan a pedir que nos demos de alta en autónomos o que yo tenga que dar de alta en la Seguridad Social a mi hijo por una actividad que realizamos tan solo dos días al año de manera informal", señalaba uno de los propietarios multados. Por ahora desconocen la cuantía de la sanción, pero si finalmente se confirma la multa y les obligan a realizar todo el papeleo para darse de alta como cualquier otra empresa afirman que, evidentemente, por dos días, para el año que viene no lo harán. "La finca no se preparará y quedará cerrada a ver donde se meten los miles de coches que vienen a Amil cada año", explicaba.

Aparcamientos cerrados

De hecho, en cuanto se produjeron las primeras multas a los aparcamientos más próximos al santuario de Amil, la voz se corrió rápidamente al resto de los propietarios de finca que cesaron en su actividad antes de recibir la visita de los inspectores. Esto se notaba al día siguiente, el de mayor afluencia a la romería, dado que muchos de estos aparcamientos disuasorios de pago (los que no habían sido sancionados) ya no estaban abiertos por miedo a las sanciones, lo que provocó que hubiera un importante déficit de estacionamientos en todo el entorno y que la caravana para llegar a la romería fuese mucho más larga que otros años.