Ningún libro relata el sufrimiento de todas aquellas mujeres que padecieron la guerra a través de las continuas pérdidas de sus seres queridos, la historia de todas estas mujeres ha quedado reducida a la memoria de las que todavía viven.

Isolina Villaverde fue una de las muchas madres que dejó su vida atrás aun estando viva.

La pérdida de su marido un 23 de agosto de 1936 le arrebató una parte de su existencia. Aurelio Torres, marido de Isolina Villaverde, tenía pensado disfrazarse de cura y coger un barco rumbo a América, desgraciadamente fue delatado y apresado en una casa cerca de la de sus padres, una vecina escuchó cómo pedía a gritos que mirasen por sus hijos, pero no se atrevió a acudir en su ayuda.

La mañana siguiente el cadáver de Aurelio apareció en Carabelos, en la carretera de Bora. Isolina decidió vivir con sus suegros e intentar enterrar su dolor trabajando en la tierra durante el día y cosiendo durante las noches. Cuando terminó la guerra volvió a la casa que había comprado con su marido pero cuando sus hijos varones se hicieron mayores y se fueron ella decidió volver con sus suegros.

Hoy hace 80 años del fallecimiento de Aurelio, y sus nietas han decidido realizar el homenaje que él y su mujer se merecen.

María Lores, nieta de Aurelio e Isolina, recrea la historia de la vida de su abuela después del fallecimiento de su marido, "de estos temas no se hablaba nunca, ni en mi casa, ni posiblemente en la casa de los hermanos de mi abuelo, porque estos hechos duelen mucho, dolieron muchísimo en aquel momento, y aun ahora en estas generaciones que ya no lo vivimos, que sólo vivimos los recuerdos de otras personas, aun así duele, duele muchísimo" declaró María Lores.

María recuerda que desde pequeña llevaba flores a una tumba que no era la de su abuelo, ya que no habían podido enterrarlo, su abuela siempre le decía que habría que recordarlo de la manera que fuese a pesar de que no le gustaba hablar de aquella época, "el silencio no es sinónimo de desmemoria, la memoria es algo importantísimo ya que nos hace ser lo que somos", afirma María.

Ochenta años después María Lores y el resto de su familia homenajearán no sólo a Isolina y a Aurelio, sino a todos aquellos represaliados y a todas aquellas mujeres a las que la guerra les arrebató parte de su vida, "el día de mañana es muy difícil para nosotros, muchas veces pensamos en hacer algo pero es muy difícil", dijo su nieta ayer. Aurelio falleció por intentar defender sus ideales en una época en la que estaba penado con la muerte, su familia recuerda a Aurelio y a Isolina como dos auténticos valientes.

"Nunca fuimos capaces de preguntarle a nuestra abuela nada de esta época, nada de su hombre, nada, porque éramos conscientes que esos recuerdos dolían, no era por la historia de que no se podía hablar por miedo, sino que era por sentir el dolor que ella sentía hablando de todo eso, fuimos conociendo la historia de mi abuelo sobre todo fuera de casa, lo que es increíble pero gracias a los relatos de amigos, o gente que lo conocía, con estas historias fui haciendo un relato de cómo fue la huida y la muerte de mi abuelo", contaba María Lores. A pesar de todo Isolina siempre fue una mujer muy valiente y decidida, en los años 70, cuando tenía 66 años, viajó sola a Venezuela a ver a su hijo mayor, que estaba allí emigrado y con 79 años se fue a ver a su nieta a Nueva York, sin conocer absolutamente nada del idioma. Lo peor que le podía pasar, ya había sucedido.

El acto será a las 20.30 horas en el cementerio de Mourente, donde están enterrados Isolina y su marido.