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El meollo

Cajeros de vacaciones

Cajeros de vacaciones

Si don Emilio Botín o don José Mª Aguirre Gonzalo levantaran la cabeza, por citar solo a dos grandes banqueros de postín y tronío, se removerían en sus tumbas y no darían crédito, nunca mejor dicho, ante el total desprestigio que arrastran hoy aquellas instituciones que ellos hicieron grandes y, sobre todo, respetables dentro de un orden.

¿Cómo ha podido la banca caer tan bajo y generar tanta desconfianza, cuando no abierto rechazo?, se preguntarían atónitos los dos venerables banqueros en una reconstrucción imaginada de aquellos históricos almuerzos de los siete grandes, que mandaban más que un consejo de ministros.

Hay que ver lo fácil que resulta hoy meter dinero en un banco y lo difícil que resulta luego recuperar ese mismo dinero. Que le pregunten sino a ese verdadero aluvión de veraneantes y nativos que hace algunos días se las vieron y se las desearon en Sanxenxo para extraer dinero de diversos cajeros en plena noche de farria o asueto.

Hasta cuatro cajeros, cuatro al menos, en un radio de acción muy pequeño del centro urbano se quedaron sin existencias para satisfacer las demandas de unos clientes atribulados, de un lado a otro de una villa atiborrada en busca de un billetito para pagarse un helado o una copa.

Quienes tuvieron más suerte respiraron aliviados y lucieron como un trofeo ante familiares y amigos los cincuenta euros que finalmente consiguieron en su enésimo intento desesperado. Otros más indignados y menos pacientes optaron por pedir algo prestado.

Ante una situación tan bochornosa y sancionable, solo los bancos se atreven a encarar con benevolencia esa falta de atención, a fuerza de repetirse tan frecuentemente cuando el cliente tiene más prisa, cuando menos se lo espera o cuando está más necesitado.

El meollo de la cuestión está en calibrar cuanto de falta de previsión y cuanto de exceso de demanda rodeó a ese auténtico crack en la red de cajeros de Sanxenxo que se quedaron sin fondos, y adivinar si el sistema bancario local ha tomado buena nota, de cara a soslayar otra situación parecida en Pontevedra durante la semana grande de las Fiestas de la Peregrina, con horarios reducidos en todos los bancos.

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