María del Placer Barbeito tiene 80 años y una energía que ya quisieran muchos jóvenes. La vecina de A Fontenova, en Almofrei, trabajaba ayer a mediodía sin descanso en una finca de la parroquia cotobadense. Su afán no era otro que evitar que el poco fuego que quedaba en el lugar terminase avivándose y extendiéndose de nuevo, como había pasado el día anterior, una jornada de nervios y sin descanso.

"Levo traballando 80 anos, son de aquí de toda a vida. Agora ao campo xa non o quere ninguén e está como está. Eu pago todos os anos 500 euros para que me limpen as fincas, pero a xente non o fai e iso fai moito mal", se lamenta mientras llena un viejo cubo de agua en un riachuelo. Cuando se le pregunta de dónde saca tanta fuerza, no lo duda y responde: "Vale máis o meu xenio que a forza dalgúns".

La mujer es una de los muchos vecinos que el pasado lunes se enfrentaron a las llamas, un fuego que les trajo a la mente el recuerdo de aquel funesto 2006, cuando se produjo una oleada de incendios.

Muy cerca de ella se encuentra Beatriz Leiro, vecina de Monte Porreiro que tiene una casa en Cotobade. "Esto es desolador, muy triste. Solo entrar en Cotobade ya se te pone la carne de gallina", manifiesta, para añadir que han sido horas de muchos nervios.

Menos suerte corrieron algunas propiedades de Delfina Gesteira, que perdió la superficie arbolada de castaños que tiene en Vilanova. "Non funcionaban os teléfonos e non podíamos contactar". "Aos que prenden os lumes, habíalles que queimar as mans, deus me perdoe", asevera.

Básicamente, el trabajo de los habitantes de las zonas afectadas por el fuego en Cotobade fue ayer de control y prevención. Por lo que cuentan, la noche del lunes al martes fue dura, ya que todavía había llamas y la escasez de luz dificultó las labores de extinción, tanto las de los medios oficiales como las de los propios vecinos, que temían por sus viviendas.

El caso de María del Placer Barbeito, que llevaba casi 24 horas sin dormir, no fue el único. Carlos Filgueira y José García también reconocen que aún no habían tocado la cama ayer a mediodía.

"Una motobomba nos hubiera solucionados muchas cosas, pero nos dicen que no hay más, por eso seguimos hoy aquí", explican.

"Conseguimos pararlo, por lo que ahora estamos refrescando el terreno, es el mejor ataque", informan.

Los vecinos hicieron turnos para poder ir a desayunar y regresar, ya que el miedo tenía más poder sobre ellos que las ansias de descansar. Contaron también con la colaboración de amigos y familiares de otros concellos, entre ellos del de Pontevedra.

Afortunadamente, a día de ayer no había más daños que lamentar que un galpón quemado en el cruce a Vilanova. Eso sí, los habitantes tuvieron que pasar horas sin alumbrado público ni linea telefónica fija.

También en Almofrei el matrimonio formado por José Luis Pontes y Rosa María Gómez logró frenar el avance del fuego antes de que llegase al muro de su vivienda. "El fuego subía por encima de los eucaliptos y parecía que te comía", recuerdan.