La "abuela" de Poio, Amparo Fernández García, falleció ayer a los 102 años de edad. Esta tarde la iglesia de Combarro acogerá a partir de las 16 horas su funeral y posteriormente su cuerpo recibirá sepultura. Amparo conservó un buen estado de salud hasta sus últimos días. De hecho, la centenaria vecina de Poio tenía previsto acudir a la boda de una de sus nietas el próximo 13 de agosto, evento para el que ya había elegido vestido.

Amparo Fernández acumuló muchas vivencias a lo largo de este siglo de vida. "Una vida dura", contaba la propia Amparo en su encuentro con FARO el día en que cumplió 100 años, pero una vida a la que se sobrepuso "luchando mucho". La abuela emprendedora adquirió su condición de empresaria mucho antes de que la mujer española comenzara a incorporarse con regularidad al mercado laboral. En 1950 Amparo abrió su tienda de ultramarinos, Casa Amparo, en Combarro, para poder alimentar a sus dos hijos después de que la muerte se llevara a su marido Manuel cuando tenía 33 años.

Casa Amparo hacía también las veces de mercería para cuidar de su familia, eso que la propia Amparo decía que era su secreto para superar los cien años. Aunque nacida en Badajoz y crecida después en Asturias, la "abuela" de Poio pasó la mayor parte de su vida en el municipio pontevedrés. A él llegó en busca de la familia de su marido, ya entonces fallecido. Solo unos años antes, había visto marchar hacia el frente a miles de jóvenes que tomaron su fusil cuando la guerra estalló en 1936. El conflicto le pilló en la Asturias minera y republicana que fue atacada y bombardeada por el ejército sublevado. Los jóvenes iban al combate y "los mayores se tenían que ir al extranjero; al menos en nuestra familia nos quedamos todos juntos", recordaba Amparo hace dos años.

A aquel horror le siguió la superación constante con la que Amparo vivió los años que siguieron. Los últimos, los que la hicieron célebre centenaria, los vivió "con calma". Los anteriores estuvieron llenos de trabajo. El negocio que le permitió salir adelante llegó a manos de su hija y cerró hace solo 13 años. Cada cumpleaños de la ya poiense de adopción atraía a familiares de Sevilla, Gijón o Badajoz. Hoy toda la localidad podrá despedirla. El féretro saldrá del tanatorio de Poio a las cuatro de la tarde.

Amparo era una de las de las personas más queridas por los vecinos del municipio. El cariño mutuo se forjó en el apoyo de unos a otros en tiempos de gran dificultad que Amparo nos relataba con una sonrisa. "Aprecio mucho a la gente del pueblo y creo que ella a mí también", contaba.