Ramiro estuvo en el centro del campo del Pontevedra del Hai que roelo! Solo fue una vez, pero décadas después todavía conserva la imagen en el pensamiento y sonríe orgulloso cuando se la reproducen. No es que él calzara botas, es que estaba en la grada cuando marcaron aquel gol al Celta y la marabunta originada por la celebración le sacó de ella para ponerlo en el terreno de juego. Andrea es de los tiempos de antes, antes de que hiciera falta un marido para acudir a la boda de uno, antes de que la austeridad conviviera con las listas de regalos de boda porque la verdadera austeridad era que un cartón de Ducados bastara para felicitar a los novios. El novio acabó por presentarse en la boda, solo se habían confundido sobre dónde tenía que recogerle él a ella. Estuvieron felizmente casados.

Otras dos historias, llenas de vivencias, Arminda y Ovidio, recibieron ayer el reconocimiento de los vecinos de O Burgo. Diez pequeños montones de rosas circundando el escenario y más de medio centenar de asistentes para arropar con aplausos. La Festa das Persoas Maiores de la Asociación Sociocultural de O Burgo alcanzó ayer su decimoctava edición con la presencia de Anabel Gulías, concelleira de Promoción Económica, de Manuel Lavía presidente de la asociación, Pilar Comesaña, concelleira de Rural e Sanidade y la pregonera Marieta Santos. "La jubilación no es el final del camino", clamó Marieta en un discurso que ensalzó la llegada de los últimos años como los tiempos que amplifican la libertad. "Hay menos preocupaciones", señaló, aunque haya cosas que aún no hayan vuelto, como aquel Pontevedra que puso a Ramiro en el centro del campo.