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Ángel Echeverry: "Todos somos algo incompetentes en nuestra especialidad, yo he procurado serlo lo menos posible"

"La responsabilidad de la equivocación es lo primero que debemos aprender si queremos ser maestros de nosotros mismos y, tal vez si lo hacemos suficientemente bien, algún día llegar a maestro de los demás"

Ángel Echeverry: "Todos somos algo incompetentes en nuestra especialidad, yo he procurado serlo lo menos posible"

"Cuando dicen éste es el doctor Echeverry siempre contesto lo mismo: doctor es San Agustín, no me gusta que me llamen doctor, que me presenten así", explica el conocido traumatólogo pontevedrés, recién llegado de presentar sus nuevas técnicas en distintos hospitales españoles.

-¿La medicina fue su vocación?

-La verdad es que no, mi madre tenía mucho interés en que yo fuese diplomático y pensé en matricularme en Derecho y ser diplomático, porque a pesar de tener un padre cirujano y de que nací entre batas, mi padre tenía un gran hospital privado en Santiago, era reacio a todo lo que era la sangre, en general a todo el tema médico.

-¿Cómo es entonces que estudió Medicina?

-Me gustaba mucho la biología y destacaba en ella, esa parcela de la medicina me interesaba mucho y me animé a dejar el Derecho y me matriculé en Medicina. Al principio el contacto no fue fácil, ver la sangre, la muerte, porque el primer cadáver que vi en mi vida fue en la Facultad de Medicina a pesar de que mi padre era profesor de Anatomía. Me fui habituando y era como si trasladase mis deseos de trabajar en biología a la medicina, y siempre tomé la medicina no solo como una ciencia que trata enfermedades y pacientes sino también como algo que me resultaba curioso dentro de la naturaleza.

-Un aspecto que ha definido siempre su carrera es el gusto por ser pionero

-Si, siempre, lo he tenido siempre y viene de mi curiosidad, soy una persona enormemente curiosa y observadora. Y si que ese carácter de pionero y de importar técnicas interesa mucho, hasta llegué a pensar que la gente sospecharía que tengo familia en los medios de comunicación (sonríe) porque siempre salía con técnicas pioneras, en Pontevedra éramos pioneros en esto, luego en lo otro, y por aquí pasaron los mejores especialistas del mundo en unos cursos que habíamos organizado de Traumatología en el Hospital Provincial. Y además siempre he estado en contacto con la flor y nata de la especialidad.

-Deduzco que es santiagués ¿por qué se trasladó a Pontevedra?

-Soy santiagués y Santiago sigue siendo mi referencia. Me vine porque cuando regresé de París, donde hice mi especialidad en Cirugía Ortopédica, me encuentro con un sistema sanitario con una diferencia abismal con el francés, incluso en los hospitales universitarios mi especialidad estaba apenas contemplada y era un poco cenicienta de la cátedra de Cirugía. Y en ese momento nacieron las que se llamaban residencias de la Seguridad Social, una de ellas ubicada en Pontevedra, Montecelo. Surgían con mucha fuerza, era un proyecto estatal de la sanidad pública y se invertía en ellas, además se fomentaba que los profesionales desarrollasen este sistema, algo que me animó mucho y me vine.

-¿Tuvo libertad para desarrollar su proyecto profesional?

-Mucha, tenía las manos libres para desarrollar lo que yo traía y, sobre todo, lo que yo quería también. Me encontraba muy a gusto a nivel profesional y también en el personal, hasta me resultaba estimulante desplazarme a diario entre Santiago y Pontevedra. Aquí convocamos a los mejores especialistas a nivel mundial para que viniesen a dar cursos y, sobre todo, quise desarrollar algo que siempre me gustó, compartir con los demás lo que yo pueda saber, algo que es muy difícil en este país, aún hoy en día en este país somos reticentes a entender que debemos aprender de otros.

-El pecado de la soberbia

-Exacto, hay mucha soberbia y también narcisismo que frenan que se pueda compartir conocimientos. Primero uno tiene que aprender y después transmitir el conocimiento, es lo que creo que está en la base de la cultura, una generación se forma desde otra generación, desarrolla y amplía esos conocimientos, los expande y los sigue transmitiendo, es la manera de desarrollar la cultura de un país. Si uno se estanca se vuelve reticente, y recuerdo que había líneas rojas entre profesionales y equipos, lo que creaba un aislamiento enorme, y esto también pasaba en Francia, equipos punteros que nos obligaban a poner "Top secret" cuando hablábamos de una técnica. La soberbia, y conviene no olvidarlo, es uno de los peores defectos que alguien que se dedica a la investigación, a la medicina o en general a la cultura puede cometer.

-Destaca que la competitividad es buena para alentar la mejora profesional ¿diría que ha sido el motor de su carrera?

-No, considero que la competitividad es buena para que la medicina no se estanque y los profesionales quieran mejorar y superarse, pero siempre ha de ser con un sentimiento deportivo y aunque se ha avanzado muchísimo todavía no se ha conquistado. Un catedrático emblemático me dijo una vez algo que si que ha sido el motor de mi carrera: todos en nuestra especialidad somos incompetentes, como lo soy yo, lo que tenemos que procurar es que seamos lo menos incompetentes posibles. Y ese ha sido mi motor: todos somos algo incompetentes en nuestra especialidad, he procurado serlo lo menos posible. Librarme de la incompetencia es el santo y seña que me ha llevado a mejorar, innovar, a saber escuchar y a aprender y a liberarme de esa dosis de soberbia que siempre lleva dentro el ser humano.

-¿La mayor satisfacción de la medicina es curar, frenar el dolor?

-No, no, no son hechos tan concretos sino sentirme útil para la sociedad y, en segundo lugar, realizarme un poco a mi mismo. Me encuentro conectado con la medicina vocacionalmente, los médicos tenemos que vivir de la medicina pero no podemos convertirla en un negocio, es mi opinión y eso me da la libertad de poder ayudar a los demás, mitigar sus dolencias, pero porque me gusta, le garantizo que el primer día en que no me sienta útil a los demás o que no me guste mi trabajo. El día en que no me gustase lo que estoy haciendo, me hartase, tenga la seguridad de que al día siguiente no seguiría.

-A usted le gusta escribir

-Mucho, tengo una sensibilidad creo que patológica (sonríe), he hablado con muchas personas del mundo de la pintura, la música, el arte, y también tengo esa parcela de sensibilidad, de creatividad, me gusta tocar el piano, me gusta escribir, todas esas facetas que requieren de imaginación, creatividad y libertad de pensamiento.

-Es usted el primer profesor emérito de Cirugía Ortopédica

-Es algo de lo que me siento muy orgulloso, es un título vitalicio que se morirá conmigo y pienso que está hasta de moda, el Papa emérito, el rey emérito, el juez emérito, me gusta que se reconozca la trayectoria y el trabajo de las personas, porque estas cosas no se ganan por amistad o empatía sino que se dan en reconocimiento al esfuerzo.

-¿Desaprovechamos mucho el talento de las personas que superar una edad?

-Si, pero es que además de una edad de jubilación discutible tenemos que nadie es profeta en su tierra, es muy difícil reconocer el trabajo y el esfuerzo que hacen otros, yo estoy saliendo a operar a otras comunidades autónomas porque me invitan, creo que más que en Galicia, hace un mes operé en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza y la semana pasada en León.

-Está aplicando técnicas pioneras para intervenir hernias discales ¿qué ventajas aportan?

-Son tres técnicas asombrosas. Hay un gran profesional al que considero el padre de mi carrera, tanto por lo mucho que me enseñó como por lo bien que siempre me trató, el gran profesor Roy Camille, y el fue el que me inculcó la inquietud por los problemas de columna, que es un mundo desconocido dentro de nuestra especialidad, y dentro de este interés sigo intentando innovar, ahora con esas tres técnicas de orígenes diferentes, de Francia, Estados Unidos etc, y que emplean métodos diversos como el láser, pero lo realmente interesante es que evitan tener que abrir al enfermo, las intervenciones se realizan con anestesia local y de modo ambulatorio, es decir sin ingreso hospitalario, de modo que el enfermo puede irse de inmediato a su casa, un gigantesco avance.

-¿A qué le teme?

-Más que temer diría que no hay nada peor que la monotonía, que no es otra cosa que hacer siempre lo mismo, o no hacer nada, estar en un estatus uniforme, tener un electroencefalograma de la vida plano, la monotonía es eso, una línea horizontal, comodona, que nos atrofia. La persona tiene que estimularse con nuevos retos, en mi caso de la medicina, conocer otras escuelas que mejoran lo que haces tu, repetirlo, aprenderlo y después, y es muy importante, propagarlo. Yo cuando voy a hospitales de fuera insisto en que ellos también hagan mis técnicas, si no consideraría que mis salidas a otros centros serían estériles. Por eso me gusta lo de profesor emérito, me gusta ese perfil relacionado con la enseñanza.

-¿Qué opina de la ampliación de Montecelo?

-¿Qué me parece la ampliación de Montecelo? Pues que a ver si esta vez es verdad, llevo no sé cuántas ampliaciones y proyectos de Montecelo, es como aquel cuento de que viene el lobo, que viene el lobo. El último proyecto de ampliación de Montecelo era bastante bueno, estaba presupuestado y se iba a llevar a cabo, incluso había consenso entre administraciones, y de repente suena la flauta por otro lado y se descartó ese proyecto que, hay que recordarlo, costó millones, era bueno y bastante asequible. El problema es que estas residencias se ubicaron en lugares verdaderamente estratégicos, en A Coruña el complejo hospitalario universitario está en un sitio ideal, alto y dominando toda la ciudad, al igual que aquí, se hicieron grandes castillos sanitarios pero sin contar que tendrían que expansionarse, porque los hospitales están hechos para crecer, cada vez hay más demanda, nuevas tecnologías y especialidades y todo eso precisa espacio, si colocamos un hospital en un sitio donde la expansión es difícil tendremos problemas, le pasó a Vigo con el Xeral, el pirulí solo podía crecer en vertical o se llevaba medio Vigo. Al igual que en Vigo hay que crear un gran hospital único y como toda instalación nueva necesitará un rodaje y que se vayan corrigiendo defectos en le funcionamiento, porque cuanto más grande más difícil es ponerlo en marcha.

-Es asesor del conselleiro de Sanidade en un escenario de recortes ¿percibe mucho desánimo entre los profesionales sanitarios?

- La medicina necesita nutrirse a si misma, de los hospitales tiene que salir el propio futuro de la medicina, y en mi opinión los hospitales han de estar totalmente respaldados por la administración y han de inculcar a los profesionales la ilusión por el futuro, porque esa ilusión hará que trabajen con alegría porque van a realizar lo que siempre han querido, y también de ahí nacen los proyectos. Si los profesionales tienen ilusión en su trabajo simplemente serán unos autómatas que trabajan para la administración, se convierten en lo que hablábamos antes, seres monótonos, y la causa mayor de fatiga es la monotonía, no es levantar 50 kilos sino que una persona sumida en la monotonía se convierte en un desecho. Y tengo que reconocer que en los hospitales hoy en día falta ilusión, a los profesionales y a los pacientes se les crean ilusiones que después se las quitamos, si varias veces has prometido la ampliación de Montecelo y se lo quitan estás creando mucho desánimo. Y por lo que respecta a los recortes mire, la gestión de la sanidad se lleva en este momento la mitad del presupuesto de la Xunta, lo que tenemos es que sacarle el rendimiento máximo a lo que tenemos, no creemos frustración.

-¿Cómo se ha de gestionar la sanidad entonces?

-No digo que no haya que ajustarnos a un presupuesto, por supuesto que no, para mi esta mal llamarles recortes, más bien diría que es la readaptación de lo que tenemos a la situación, no hay más habas que las que hay, y hay que hacer cómplice a todo el personal de que éstas son las habas que hay y que vamos a tener que repartirlas del modo más inteligente posible. Y a los profesionales cuando se les explica esto a la gente no se le quita la ilusión, pero si me dedico a decir estas dos habas para usted, la otra para el otro y no explico el por qué o se lo explico tal vez de una manera un tanto agresiva le quito ilusión al profesional. Se lo digo de verdad, en la sanidad gallega hay muy buenos profesionales pero también mucha desilusión en ellos, y esa falta de ilusión no es culpa de ellos, que cuando entraron a trabajar tenían una gran ilusión que les fueron robando. En este país tenemos que ser también autorresponsables y tener la sinceridad se reconocer si nos hemos equivocado, algo que no asumimos en este país y la responsabilidad de la equivocación es la primera lección que tenemos que aprender para ser maestros de nosotros mismos y, tal vez si lo hacemos suficientemente bien, alguna vez poder ser maestro de los demás.

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