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Xacobe Martínez: "El abandono de la administración es total: el jazz gallego no existe, no interesa ni a nadie le importa"

El grupo Sumrrá, una rareza de la escena española con sus 16 años de andadura, inauguró anoche el Festival de Jazz 2016

Los integrantes de Sumrrá, ayer, en la plaza del Teucro, minutos antes de su concierto. // S.Álvarez

Los temas del quinto disco de Sumrrá sonaron anoche en la plaza del Teucro en el arranque de Festival Internacional de Jazz e Blues de Pontevedra, que en su jornada inaugural quiso contar con el jazz fresco y sorprendente de este trío formado por Xacobe Martínez, Manuel Gutiérrez y L.A.R. Legido.

-¿Cómo surgió Sumrrá?

-De forma casual, los tres éramos músicos, estábamos tocando e íbamos a la misma escuela de música de Santiago, coincidimos en jam sessions en el año 2000 y nos dimos cuenta de que cada vez que coincidíamos y tocábamos juntos había algo especial, una forma muy natural de que sucediesen cosas musicales interesantes. Les propuse intentar quedar de forma más continuada durante las vacaciones de verano, yo tenía algunas composiciones que quería tocar con ellos y empezamos a tocar mucho, a hacer más temas y nos dimos cuenta de que realmente teníamos una forma muy especial de generar música, y ese mismo espíritu sigue sucediendo hoy.

-Son ustedes una rareza, uno de los grupos más veteranos del jazz gallego

-En realidad se ha escrito que somos el trío de jazz más longevo de toda España, no porque seamos muy viejos sino porque en el jazz se da mucho la promiscuidad, todos tocamos con un montón de músicos y es muy raro que una formación estable dure 16 años como Sumrrá, muy raro, que llevemos tantos años juntos. Tenemos cinco discos y la verdad es que somos longevos y eso no quiere decir nada más que que somos afortunados por poder seguir estando juntos, manteniendo el interés musical y también una evolución.

-Tampoco es habitual apostar por hacer composiciones originales

-Desde un primer momento apostamos por ello y es verdad que no es habitual, lo habitual en los tríos de jazz es que se trabaje mucho con estándar de jazz, con arreglos e intercalar alguna composición original pero la verdad es que nosotros desde el principio fuimos en ese sentido muy radicales, y eso también hizo que lo que se intuía como original en el trío se acentuase muchísimo y ya desde el primer disco empezaron a suceder cosas muy interesantes con respecto a Sumrrá, al público, gente que a lo mejor no tenía ningún contacto con el jazz se acerca a un trío acústico de jazz y se da cuenta de que ha acabado el concierto (risas) y sucedieron muchas cosas que no suelen suceder en los conciertos normales de jazz.

-¿Qué es experimentar sobre el escenario?

-Es no hacer concesiones a nada, solo a la música, esto es muy complicado, pero es un poco la norma de juego de Sumrrá, que toca realmente en función de lo que sucede en cada momento. Esto a quien no esté familiarizado con la música o con los músicos le puede sonar un poco raro, pero la realidad es esa, nosotros tenemos composiciones, temas que tienen una estructura y tocamos esto, pero la realidad es que el espacio que hay para el riesgo, para la improvisación y para generar cosas que no se tocaron nunca es muy muy grande, quizás ahí lo bueno de Sumrrá es que es de forma muy natural y muy musical. La gente no va a desconectar de lo que sucede en el escenario, no hay ningún momento en el que la gente diga, bueno, vale, ya se de qué va, de modo que al público conseguimos engancharlo y llevarlo con nosotros a lo largo del concierto, y esto es también un poco la clave de por qué Sumrrá tiene tantos seguidores, de por qué seguimos tocando y por qué la gente (risas) sigue viviendo a nuestros conciertos, porque mantenemos esa frescura aún.

-¿Vive la escena jazzística gallega un momento dulce?

-Si hablamos de creatividad y músicos estamos viviendo un buen momento, hay músicos excelentes, extraordinarios a nivel internacional que son gallegos, gente muy joven que está haciendo cosas maravillosas, pero creo que nunca se ha vivido un nivel de precariedad tal como el de ahora. Estamos en momento en el que salen licenciados superiores en jazz y música moderna pero no hay circuitos en los que trabajar, ningún tipo de ayuda para edición discográfica, algo que es fundamental sobre todo para una disciplina tan prolífica como es el jazz, no hay ningún tipo de soporte, ninguna estrategia pública en torno al jazz gallego y estamos hablando que no nace en 2014 sino que la tradición jazzística gallega viene de mucho antes de los años 80. Realmente como músico profesional de jazz tengo que decir que el abandono del jazz gallego por parte de la administración pública es total, el jazz gallego no existe, no interesa ni a nadie le importa. Entonces, bueno, tenemos redes que se van haciendo con la mejor de las intenciones, iniciativas como la del Concello de Pontevedra que mantiene un Festival de Jazz en el que hay espacio para propuestas de Galicia, sobrevivimos artísticamente en esta jungla (risas) porque no tiene que otro nombre, que es el jazz.

-¿Este abandono es exclusivo de Galicia?

-En absoluto, el jazz no es una prioridad en los planes de cultura en ningún sitio de España, nuestra base es Galicia aunque Sumrrá ya ha hecho bastantes giras internacionales y tenemos la suerte de haber conocido como suceden las cosas fuera de España y de Europa y eso es lo que mantiene el horizonte de saber dónde estamos y hacia dónde deberíamos trabajar. Sabemos por colegas holandeses, alemanes o lituanos cómo otros países apoyan la cultura; un grupo ya no digo como Sumrrá sino que tenga una trayectoria mínimamente contrastada y con una carrera discográfica decente tiene en esos países todas las puertas abiertas para recibir ayudas a la externalización, estamos siempre hablando de exportar talento pero la realidad es que aquí no hay forma de establecer canales para un producto tan exportable como es el jazz gallego. Nosotros no podemos competir a ese nivel con otros países, solo podemos competir con talento pero no en recursos porque todos nos barren, incluso dentro de España se nos cae la cara de vergüenza si comparamos las cifras de apoyo e inversión de País Vasco y Cataluña en relación a las nuestras.

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