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Elisa Vázquez de Gey: "Entre los gallegos esclavizados en Cuba en 1853 había muchos pontevedreses"

La autora cuenta uno de los episodios menos conocidos de la historia de Galicia en su nueva novela

La escritora Elisa Vázquez de Gey, en Pontevedra. // Rafa Vázquez

Uno de los capítulos más tristes y desconocidos de la historia de Galicia, aquel en el que cientos de gallegos, entre ellos numerosos pontevedreses, fueron engañados y vendidos como esclavos en la Cuba del siglo XIX, figura entre las páginas de la novela "Una casa en Amargura", de la escritora Elisa Vázquez de Gey.

-La historia viaja en el tiempo pero también en la geografía, hasta La Habana...

-Sí, se trata de una historia ambientada en La Habana colonial y que comienza en el año 50 y termina en el año 86, es decir, en los años inmediatamente anteriores y posteriores a la abolición de la esclavitud. Se trata de la historia de una casa en la calle de la Amargura, una de las arterias principales de La Habana vieja. Es la vida de las personas que moran en esa casa, una familia muy particular porque es la historia de una niña que tiene dos años que se queda huérfana y hereda propiedades y 40 esclavos. Como es una niña, los esclavos la malcrían. Entonces aparece en su vida una mujer, Misterio, que se empeña en educarla y convertirla en una damita. Pero inesperadamente, fallece y deja un testamento con una condición: no se puede abrir si no hay cinco personas presentes concretas. La novela se centra en la búsqueda de dos de esas personas por varios continentes.

-Pero la novela también tiene un carácter histórico en cierto modo.

-Se habla de las relaciones entre amos y esclavos, de la relación en aquel momento entre Cuba y España, el ambiente de las grandes casas habaneras... Todo ello unido a una búsqueda bastante trepidante.

-¿Por qué esta temática? ¿Por qué se interesó por La Habana?

-Me interesó a partir de mi propio desconocimiento. Un día me di cuenta de que no sabía cuándo se había abolido la esclavitud en España. Aquí no se habla de ello como ocurre en América, donde celebran un día festivo y se realizan actos y conferencias. Empecé a pensar cómo podía ser que habiendo sido tan esclavistas y después de haber tenido tantas colonias en ultramar para conocer esas fechas tengas que investigar. Aquí encontré pocas historias que me sirviesen para documentarme sobre ello, así que decidí irme a La Habana, donde hay archivos y datos disponibles.

-Y esto le llevó hasta los esclavos gallegos...

-Ese es un capítulo de nuestro pasado que se conoce mucho entre los historiadores. Un empresario de Ourense, Urbano Feijoo Sotomayor, de la familia de los Sotomayor, al ver que escaseaban los brazos negros, porque estaba prohibida la trata y ya no llegaban esclavos a Cuba, muy necesarios para la producción del azúcar, decidió que sería buena idea importar gallegos, ya que él vivía en Cuba.

-¿Cómo lo consiguió?

-Como era diputado a Cortes por Ourense, consiguió el privilegio real para llevar a cabo esta importación. Obviamente, esto no se conseguía de un modo fácil, lo que evidencia que tenía sus apoyos. Lo que hizo fue trasladar a gallegos a Cuba en condición de colonos, pero al llegar a la isla eran vendidos a través de un contrato a los hacendados cubanos.

-Iban totalmente engañados...

-Sí, claro. Ellos, de hecho, no sabían ni dónde estaba Cuba.

-¿De qué año se trata?

-De 1853 y 1854.

-¿Cuántos gallegos fueron?

-Él consiguió llevar a 1.744 gallegos.

-¿De Pontevedra también?

-Sobre todo, eran de las provincias de Pontevedra y Ourense. Se llevó siete expediciones en tres meses. En teoría, iban a estar en un lugar hasta que se adaptasen al clima y luego les daría un trabajo pagado, poco pagado, pero en otras condiciones a como sucedió en realidad. También se les había dicho que les regalarían ropa. Pero lo que hizo no tuvo nada que ver: vendió los contratos y los traspasó como quien traspasa una mercería, un negocio. Eran metidos en barracones con los esclavos negros.

-¿Cómo se libraron de ese sometimiento?

-Al verse esclavos, empiezan a protestar pero les castigan. Algunos consiguen escapar y comienzan a deambular por los caminos, pero se perdían porque ni siquiera sabían dónde estaba La Habana. Entonces son apresados. Llegó un momento en que en la cárcel de La Habana había mil y pico gallegos. Desde prisión contratan a escribientes a los que dictan cartas a sus familias que logran llegar hasta Galicia. Gracias a las mujeres de las familias en territorio gallego, que leen esas cartas en las que se explica el engaño de Feijoo, el tema llega hasta la ley. En esa ley estaba Don Ramón de la Sagra, un diputado por A Coruña que conocía muy bien Cuba, porque había vivido allí, y a Urbano Feijoo. Él y otros diputados gallegos consiguen llevar la cuestión a las Cortes. Lo único que queda de esta historia son las actas de las Cortes, en las que se descubre que no era colonización, sino esclavitud encubierta de blancos cristianos y católicos.

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