Sofonisba Anguissola (Cremona, alrededor de 1535-Palermo, 1625), fue una rareza del Renacimiento cuyo padre (también lo era de otras cinco niñas) se enfrentó a los convencionalismos de su época y animó a sus hijas a perfeccionar sus talentos, la pintura claramente en el caso de nuestra protagonista, llamada así en recuerdo de la princesa cartaginesa.

Impresionado por su talento, Miguel Ángel aceptó darle clases y con solo 27 años llega a convertirse en pintora de la corte española y dama de la reina, Isabel de Valois. Felipe II acabaría por sentir por ella un gran afecto: le concertó su primer matrimonio (extraordinariamente tardío para una mujer de su época) una generosa dote y posteriormente una pensión con la que pudo vivir libre hasta su muerte.

Fue una pionera en un mundo de hombres y al menos medio centenar de los mejores retratos de su época se le atribuyen con seguridad; a mayores, su influencia fue decisiva en los artistas contemporáneos y los que le siguieron y su ejemplo una inspiración para numerosas mujeres artistas.

Es no obstante apenas conocida, "una pintura cuasi anónima, pero visionaria", recuerda el profesor pontevedrés Antón Castro, comisario de la exposición en la que los artistas vinculados a Pontevedra Jaime Aledo, Nono Bandera, Manolo Dimas, Manolo Moldes, Clara Salamanca, Laura García Calleja y Antón Sobral recrean un imaginario viaje de Sofonisba a la España actual.

Patrocinada por la Diputación Provincial, la muestra incluye doce obras (pinturas, collatge y videoarte) y se exhibe desde esta semana en el Instituto Cervantes de Milán, donde podrá visitarse hasta el 14 de junio.

La exposición lleva por título El viaje imaginario de Sofonisba Anguissola y en ella los artistas reinterpretan desde diferentes ópticas ese periplo fantástico de la artista entre Milán (Museo de Brera) y Madrid (El Prado, dado que ella es la única mujer que firma en la galería de esta pinacoteca de excepción), evocando de paso el itinerario real, sin duda tortuoso, como recuerda el comisario de la exposición, que la pintora realizó en 1559.

El director del Instituto Cervantes de Milán, Arturo Lorenzo, recuerda que los siete artistas han sumado esfuerzos para "otorgarle a la maestra renacentista parte de los sueños que la sociedad de su tiempo le impidió soñar y mucho menos realizar".

Sofonisba falleció con 93 años; siete después, al cumplirse el centenario de su nacimiento, su viudo (el noble genovés Orazio Lomellino, su segundo marido, notablemente más joven y al que conoció cuando éste capitaneaba el barco en el que ella viajaba) hace inscribir en su tumba: A Sofonisba, mi mujer (?) quien es recordada entre las mujeres ilustres del mundo, destacando en retratar las imágenes del hombre (?) Orazio Lomellino, apenado por la pérdida de su gran amor, en 1632 dedicó este pequeño tributo a tan gran mujer.