Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Aprender a vivir con dolor

Más de un 2% de los pontevedreses sufre fibromialgia

Los analgésicos mejoran los síntomas de la fibromialgia. // R. Vázquez

Un 2,4 por ciento de los pontevedreses sufre fibromialgia, una condición crónica y compleja que causa dolores generalizados, un agotamiento profundo y una gran variedad de otros síntomas. Son datos de Afibropo, la Asociación de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica de la provincia de Pontevedra, presidida por Juan Manuel Pascual y que tiene su sede central en Vigo. La fibromialgia fue reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1992.

La pontevedresa María José Fernández Poza fue diagnosticada hace 23 años. En su caso, todo comenzó con un lupus eritomatoso, lo que le llevó a un tratamiento con cortisona. "Como pasados dos o tres años yo seguía teniendo unos dolores a nivel articular y muscular tremendos e inflamación decidí ir a un traumatólogo, que fue quien me diagnosticó la fibromialgia", recuerda. "Empecé con los problemas a los 35 años, aproximadamente, era muy joven como para ver mi vida limitada".

Reconoce que tanto los síntomas como la pérdida de calidad de vida que sufrió podrían haberle ocasionado una depresión, una de las consecuencias más frecuentes de la enfermedad. "Cada persona es un mundo. Yo, a lo que no estoy dispuesta es a que me den a la primera de cambio un antidepresivo, porque yo soy una persona muy optimista y no puedo entrar en este círculo vicioso", dice firme.

A sus 60 años, confiesa que no fue hasta hace dos cuando dejó de trabajar. "Cuando trabajaba, llegué a meterme en el cuerpo 2.400 miligramos al día de ibuprofeno. Los días normales, eran 1.200 miligramos diarios. Una barbaridad".

Cada una de esas mañanas era un largo proceso. "Mi vida está llena de rituales por las mañanas", reconoce. "Cuando te levantas, tu cuerpo tiene rigidez, está contracturado, sientes cansancio... mi forma de activarlo es una ducha con chorros de agua caliente durante 20 minutos. Curiosamente, en verano utilizo un gel frío. Es muy distinta la reacción del cuerpo del invierno al verano", explica.

"Ahora que ya no trabajo, tengo que decir que los dolores no son tan insoportables, pero sigo dándome esas duchas. No tento un horario fijo para levantarme, algo que antes era un problema porque me cuesta mucho quedarme dormida". Para ello necesita tomar antes un relajante muscular. "Sin él, tengo más que comprobado que no puedo dormir", asevera.

María José Fernández duerme con tres almohadas, "para ir buscandolos huecos, posturas, girándome...", pero no puede pasar más de diez minutos en un sofá. "Donde mejor estoy es una silla".

La pontevedresa acudió a la medicina alternativa. "Llevo años yendo al osteópata y ahora voy también a pilates, a un profesional, y practico yoga, que me beneficia mucho mentalmente. Yo recomiendo el movimiento", afirma.

Su vida está condicionada por otros factores externos como las condiciones meteorológicas. "Yo sé como estoy hoy, pero no sé como voy a estar mañana. Un verano en que fui a visitar a mi hija, que por aquel entonces trabajaba en Valencia, creí morir. Me tenía que tomar unas dosis de calmante bestiales por el elevado grado de humedad que hay allí. Era como llevar una apisonadora encima aplastándome contra el suelo", se lamenta.

Marihuana

Su desesperación ha llegado a ser tal que también ha recurrido a la marihuana. "En infusión con leche, no con agua, e informando sobre ello a mi médico. Tú buscas y te informas y vas probando, porque cada cuerpo es un mundo", considera.

"Lo más importante es que tú seas positivo y le eches voluntad. Yo siempre digo que cuanto más parada estoy, más dolor tengo", subraya una mujer que procura no parar y que desde que no trabaja se ha apuntado a varios cursos. "Yo invito al movimiento", concluye.

Compartir el artículo

stats