La exposición parte del libro del mismo título editado en 2012 y en cuya elaboración colaboró el actual general jefe de la Brilat, Luis Cebrián, quien en 2012 estuvo al mando del contingente español en Afganistán como parte de la misión ASPFOR XXXI. Para Cebrián Carbonell, Afganistán representa "los mejores recuerdos de mi carrera, sin lugar a dudas" y reconoce que al observar la exposición sufre cierta "nostalgia de haber estado desempeñando una misión, que aún siendo dura, fue muy bonita".

Buen conocedor de este teatro de operaciones militares y del conflicto en Afganistán, el actual general de la Brilat considera que la exposición "refleja muy bien la acción de los soldados y lo que vivimos y lo que vivieron" los militares españoles. Se trató de un "escenario bonito pero tremendo", de "extrema pobreza" y recordó que si bien en su primera misión en Afganistán "sí fue más dolorosa porque presencié la evacuación de bastantes ataúdes, no solo españoles", durante su etapa al mando del contingente "tuve la fortuna de no tener ninguna víctima mortal ni lesiones irreversibles a pesar de que sí tuvimos heridos y detonaciones de explosivos improvisados al paso de nuestros vehículos".

Cebrián hace balance de la misión desarrollada en Afganistán y considera que es positivo: "La operación dio resultados y tal es la situación que los propios afganos reconocían que se había progresado mucho", especialmente en la provincia de Bagdhis, en donde actuó el grueso del contingente español y que se trataba de una región "alejada y atrasada, con una situación económica y social similar a la de la Edad Media". Cebrián también recordó el temor que les hicieron llegar desde la sociedad civil, especialmente sobre la situación de las mujeres afganas que realizaban distintos tipos de servicios en la base española, tras la marcha del contingente de la OTAN. Expresaban "el miedo de que en el momento en el que nos retirásemos retrocedieran aquellos avances alcanzados, especialmente en consideración a la situación de las mujeres". "Creo que nuestra presencia allí ha cambiado las cosas", dice Cebrián. Además de las mejoras en infraestructuras o en salud, explica que "obligó a los funcionarios, militares y policías afganos a vivir en un mundo en el que hay que respetar determinadas reglas y los derechos humanos". "Si bien no es un estado ideal y dista mucho de serlo", cree que "la situación que hemos dejado por detrás es un país más civilizado que el que nos encontramos, ha merecido la pena". Señala que ahora "está en manos de los propios afganos" consolidar lo que las fuerzas de la OTAN y los soldados españoles lograron.