"¿Qué clase de intereses podrían tener en el Concello para proteger a los furanchos que no cumplen con la normativa?". Esa era la pregunta que trasladaba el presidente de la asociación de hosteleros de Poio, Poio Mar, Manuel Corrales. Un año más, vuelve a abrirse en el municipio un conflicto con este tipo de establecimientos a pesar de que en los últimos años se han endurecido su regulación, tanto a nivel autonómico como a nivel municipal. Los hosteleros piden un mayor control del cumplimiento de la normativa, que dicen no seguir en algunos casos en los que le estarían haciéndole la competencia desleal a restaurantes y a otros propios furanchos que sí siguen la norma.

El presidente de Poio Mar trasladaba sus quejas a través del registro general de la Xunta, donde daban al propio conselleiro de Administraciones Públicas, Alfonso Rueda, "su pesar por el incumplimiento por parte del Concello de Poio del decreto de la regulación de los furanchos".

Así, apuntan diferentes infracciones, entre las que está "la venta de vino no originario del excedente del consumo propio procedente exclusivamente de sus viñedos" y un "periodo de apertura superior a lo establecido en el decreto". Además, también apuntan que los productos ofertados no se ajustan a lo establecido por la normativa, lo que supondría una "infracción grave" tipificada en la Ley 7/2011 de turismo de Galicia, "incumplir o alterar las circunstancias que motivaron el otorgamiento del título administrativo habilitante para el ejercicio de la correspondiente actividad".

A pesar de que Poio Mar solicitaba a la Consellería de Administraciones Públicas que se hiciese cargo, desde esta administración se ponían en contacto con el Concello para recordar que "son de competencia municipal las funciones de inspección, vigilancia y control permanente del ejercicio de las actividades desarrolladas en los furanchos".

"Todos se lavan las manos aquí y quienes lo acabamos pagando somos todo el sector", lamentaba Corrales. Desde "Poio Mar" mantienen que en el municipio hay furanchos que dan comidas como si fueran restaurantes, sirviendo "auténticos banquetes" a pesar de que la normativa autonómica reduce las comidas que se pueden servir en este tipo de locales a una tabla de quesos y embutidos, pimientos de la variedad Padrón, oreja y chorizo, zorza y raxo, costilla, huevos fritos, sardinas a la brasa, callos, tortilla de patatas, empanadas y empanadillas y croquetas.

El propio presidente de Poio Mar denunciaba también casos en los que un mismo furancho incumplió la norma de permanecer abierto durante los tres meses solicitados. "Hubo quien llegó a abrir su furancho en julio, con la complicidad del Concello", señala Corrales refiriéndose a que estaba fuera de plazo.

A pesar de todo, el sector de la hostelería dice entender la existencia con los furanchos que sí cumplen. "Antes nos vendían el vino, pero ahora no les damos salida y algo tienen que hacer, pero lo tendrán que hacer como está tipificado. Es una competencia que no debería estar peleada", afirma Corrales, quien apunta al buen ambiente entre la asociación de furancheiros de Poio con la de hosteleros. "Preocupa que se pueda perder la amistad porque algunos sí hacen competencia desleal", mantiene.