Siete familias han tomado parte en Pontevedra en el curso de formación del Proyecto de Acogimiento que Cruz Roja y la Consellería de Política Social han puesto en marcha para este año. Para ello, han asistido a una serie de sesiones en las que se les proporcionaron las pautas y conocimientos necesarios para afrontar el acogimiento de un menor. Los cursos, que terminaron hace unos días, estuvieron dirigidos por el grupo de voluntarios, colaboradores y técnicos del Proyecto de Acogimiento Familiar de Cruz Roja en Pontevedra.
May de la Peña y Paulo Conde son una de las parejas que se estrenan este año. "La idea partió de ella, y yo dije: ¡adelante!", explica él. Ambos tienen experiencia en el trato con los niños, ya que May es profesora de Primaria y de Música y Paulo trabajó con menores en diferentes actividades de ocio, como campamentos. Lo que más les ha sorprendido de este programa es "la falta que hacen familias de acogida y lo poco enterada que está la sociedad al respecto", confiesa May de la Peña.
"Cada día de los del curso aprendes algo nuevo. Sobre todo, cómo va a tener lugar en la vida real situaciones que a ti se te pasan por la cabeza. Con los testimonios que nos dan, te haces una idea de lo que puede ocurrir", añade.
La mayor necesidad de acogida que hay actualmente es de niños de más de ocho años y grupos de hermanos. "Ellos nos dijeron que se veían preparados", dice, por su parte, Conchi Fernández, trabajadora social del equipo de acogida de la provincia de Pontevedra.
Las familias que acojan pueden recibir, si así lo solicitan, una ayuda que varía en función de la edad del menor. Es lo que se conoce como "compensación en gastos", afirma la trabajadora social. Así, si el bebé tiene menos de un año, son 600 euros al mes; si tiene de uno a tres años, son 400 euros mensuales, mientras que si el menor supera los tres años le corresponde a la familia una cuantía de 240 euros cada mes.
"Obviamente, son cantidades que solo complementan, en una mínima parte el gasto que supone tener un niño en casa", recalca Conchi Fernández.
La despedida
May y Paulo confiesan que a lo único que temen es al día de la despedida. "Es algo que tienes que gestionar. Los adultos somos nosotros. Tú, como adulto, tienes que ser capaz de alegrarte porque el niño ha encontrado una familia definitiva, unos padres para siempre. Sin traumas", dicen.
Las acogidas varían dependiendo de la situación del menor. Las más cortas son las de los bebés de renuncia, que suelen ser ocho semanas. A los dos años de estar tutelado un niño, la Xunta tiene que tomar una decisión definitiva, que puede ser que vuelva con su familia biológica, si se ha recuperado la situación, o que se tramite una adopción.
La pareja pontevedresa cuenta con el apoyo de su familia y amigos. "Hay algunos que ya conocen el programa", indica Paulo Conde. El hecho de que May no trabaje en este momento y que Paulo tenga cierta libertad de horarios en su ocupación, ha favorecido que se hayan planteado esta nueva situación en su casa, en la que cuentan con varios cuartos. De hecho, están esperando para pintar uno de ellos y decorarlo para su próximo "inquilino" temporal.
Aunque ellos no tienen hijos, eso no ha supuesto un handicap para que pudiesen participar en el programa. "Hay niños que necesitan un entorno más exclusivo de acogida, como los de más de ocho años, para que se sientan importantes", indica Conchi Fernández.
Tras una visita al domicilio de acogida y un informe, que será remitido a la Xunta, se les declarará o no como idóneos para el proceso. "Pueden pasar días o meses. Nosotros nunca sabemos cuándo se les entregará un niño", afirma la trabajadora social. "A partir de ahora toca esperar".
