La gestión de la investigación es responsabilidad de mujeres desde 2009. Asunción Longo es la actual vicerrectora y dos de los cinco centros de I+D son coordinados por directoras: el Cinbio y el Cacti. Curiosamente, ambas son vecinas pues comparten las nuevas instalaciones diseñadas por Alfonso Penela junto al edificio Citexvi.

Irene Alejo, doctora en Ciencias Geológicas, es la responsable desde hace casi 6 años del Centro de Apoyo Científico y Tecnológico a la Investigación (Cacti). Equipos de las universidades gallegas, el CSIC, empresas de diferentes sectores e instituciones del prestigio del Max Planck alemán recurren a sus equipos del máximo nivel. Algunos casi únicos como un secuenciador de ADN en el que se analizaron tumores humanos por primera vez en España.

El personal del Cacti se acaba de trasladar y, a lo largo de este año, los grupos del Centro de Investigación Biomédica (Cinbio) irán ocupando el piso superior. La catedrática de Inmunología África González es su responsable, cargo que a partir del 5 de mayo compatibilizará con sus funciones de presidenta de la Sociedad Española de Inmunología.

"Siempre me he sentido bien valorada a nivel de opciones y oportunidades. No he notado discriminación pero sí es cierto que a veces la propia mujer se echa para atrás, sobre todo, cuando quiere crear una familia. Pero si tienes claro que puedes compaginarlo, algo que es posible, no hay ninguna diferencia con los hombres", sostiene.

González percibe "cierto retroceso" entre las jóvenes de hoy a la hora de continuar la carrera investigadora. "Puede que también estén influyendo los recortes en I+D, pero he visto a estudiantes de tesis muy brillantes que lo dejan todo para tener hijos. La mujer debe tener independencia económica, pero también es muy importante la psicológica. En mi grupo la presencia femenina es casi del 90% y a veces a mis alumnas les digo que si sus parejas no les van apoyar en una vida que es dura y en la que van a tener que viajar y pasar una temporada en el extranjero es mejor que las cambien", revela entre risas.

Para ella, ocupar cargos de gestión supone "un aprendizaje" que debería ser extensible a toda la comunidad universitaria: "Es importante devolver a la institución una parte de lo que te ha dado y resulta gratificante ayudar a que progrese. Es una sensación de hacer una labor de servicio, lo contrario a la mentalidad de funcionario de 8 a 2".

"Muy trabajadoras, entregadas e inteligentes". Así define a sus compañeras, pero también cree que en ocasiones la mujer acepta peor las críticas y que se vende peor que el hombre.

Quizá alguno de estos factores influya en que las científicas deben tener un currículo 2,6 veces mejor que el de un hombre para acceder a la misma plaza independientemente del sexo de los evaluadores. "Se conceden más Starting Grant a hombres. Y cuando alguien es listo escuchas que es un geniecillo, pero nunca se dice en femenino. Al contrario, es un genero que se utiliza de forma peyorativa. Y a la mujer que está en puestos de responsabilidad siempre se la critica más y con actitudes machistas", lamenta.

"Ellos se creen incluso mejores de lo que son y ellas como tienen una mentalidad más cercana a la realidad tienen menos ego. Pero el desarrollo necesita todo tipo de gente: aventurera, creativa, idealista y también con los pies en la tierra. Quizá con mujeres en el poder en lugar de ir a la Luna se habrían acabado los problemas de hambre en el mundo. Hay que ir cambiando una serie de hábitos culturales y empezando por las mujeres, que a veces somos las peores", advierte.