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José Manuel Bermudo Ávila: "La izquierda no sabe cuál es su función ni conoce a su enemigo"

"Le parece que ganando una mayoría habrá vencido... Es de la mayor ingenuidad"

José Manuel Bermudo, ayer en su conferencia en la SGF. // Rafa Vázquez

Qué es y a qué escenario se enfrenta hoy la izquierda son algunas de las cuestiones que abordó ayer José Manuel Bermudo Ávila en la Semana Galega de Filosofía.

-¿La izquierda está acabada?

-No, desde mi punto de vista no solamente no está acabada sino que no puede acabarse, si entendemos la izquierda como yo trato de plantearla, como una determinación que surge de nuestra sociedad capitalista, de las injusticias, de las exclusiones, siempre habrá izquierda. Lo que si puede ocurrir es que esa izquierda esté o no organizada, tenga conciencia de si o no, subjetivamente esté bien armada o no, ahí si que hay muchos problemas en la izquierda actual, pero objetivamente no porque los problemas subsisten y donde hay problemas la izquierda se rebela contra ellos.

-¿Qué opinión le merece el momento de la izquierda española?

-Estamos en un momento político muy especial, si hacemos abstracción de este momento diría que ha habido un momento de renacer de la izquierda precisamente de la forma que señalaba antes, el movimiento de los indignados es precisamente un surgir de gente que está harta, que ya no puede soportar, que se rebela contra toda una serie de exclusiones y formas de dominación. Eso es la izquierda pero, claro, el gran problema es cómo se transforma ese movimiento, esa necesidad, esa protesta, en una fuerza que pueda luchar con las formas políticas actuales; en otra época podría lucharse en forma, no sé, de luchas callejeras o más subversivas, peo hoy en día la lucha parece que se da siempre en el marco de la política, cómo entonces ese movimiento de los indignados, esa fuerza de rebelión, todo ese malestar que quiere protección y quiere cambios cómo organizarlo, pues ahí si pienso que la sociedad nuestra tiene un problema porque las izquierdas clásicas necesitan abrirse a estos movimientos y, por otra parte, los movimientos que están surgiendo espontáneamente están improvisando.

-Le diría que si fuese la derecha me pondría de perfil y dejaría que la izquierda española, primero, en los próximos años hiciese los recortes que le va a imponer Europa y, segundo, se deslegitimase ella misma a base de inexperiencia...

-Claro, son inexpertos pero además creo que están muy contagiados por las formas, digamos, ideológicas, que son las que mantienen este estatus. Para decirlo de otra manera, esta nueva izquierda está utilizando las imágenes visuales y los mecanismos de difusión y de presentación que son los clásicos del capitalismo ¿le está dando resultado? Si ¿Con ello ha conseguido una presencia importante en los medios de comunicación y las redes sociales? Si, la ha conseguido, pero qué consistencia, qué homogeneidad, qué coherencia tiene toda esta fuerza que está movilizada. Claro, es muy amplia, ahora tiene mucha facilidad para extenderse porque sabe utilizar bien todos estos mecanismos pero creo que se está debilitando mucho y llegarán momentos en los que necesitará esa coherencia.

-¿En caso contrario qué cree que le sucederá?

-Lo que aparecerán son disidencias internas, a los cuatros días incluso líderes de un mismo partido que ya no están de acuerdo... Todo esto es propio de la manera en la que está surgiendo esta izquierda, pero tampoco hay que lamentarse, la realidad es la que es: la izquierda surge como puede, ya se irá decantando, ya se irá consolidando, o esperemos vamos que así sea.

-¿Sabe hoy la izquierda cuál es su función?

-No, la izquierda no sabe cuál es su función, este es el gran problema, y sobre todo no conoce a su enemigo. Hoy la izquierda, como mínimo debe intuir que tiene que dominar al capital pero no lo conoce, no sabe su fuerza ni sus mecanismos; es más, le diría que no le preocupa, que le parece que movilizando a las masas y ganando una mayoría parlamentaria habrán vencido al capital (sonríe), eso es de la mayor ingenuidad, es pensar que todas las historias pasadas del devenir de la socialdemocracia, de los partidos socialistas, han sido como una especie de error de sus líderes, pobre gente que no sabía nada, en lugar de reconocer o al menos de sospechar qué fuerzas tan poderosas han llevado a miles de militantes a llegar a posiciones puramente socialdemócratas. Le diré un ejemplo más: Tsipras era un hombre de izquierdas, de la izquierda moderna esta que quería también asaltar el cielo, supongo que un día allí en Bruselas o donde sea le pasaron un vídeo futurista de lo que pasaría con Grecia a la semana siguiente si él no aceptaba, qué contendría, cuál sería el horror de este vídeo que ese Tsipras, para mi honesto, claudicó. Y para mi es ahí donde ganó una talla de estadista, porque pensó no puedo correr el riesgo, no la seguridad pero si el riesgo de llevar a mi pueblo a ese abismo, algunos dicen que le temblaron las piernas, pues claro, porque era honesto y porque uno con su vida puede hacer lo que quiera pero un pueblo no puedes arriesgarte a abocarlo al abismo y Tsipras vio la cabeza, la fuerza, del capital, y es un ejemplo extraordinario del que tendría que aprender la izquierda: no basta con gobernar, no basta con tener en el gobierno una mayoría enorme como la que tenía Syriza, no es suficiente, el capital es mucho más complejo y poderoso.

-Si se quiere pactos cínicos, pero el capitalismo siempre pactó con los estados y la política, le interesa por ejemplo una educación en la que formar a su mano de obra y una sanidad en la que curarla ¿qué le pasa ahora?

-Esto muestra que la izquierda ha tenido un éxito que nuestra impaciencia nos impide valorar suficientemente, son muchas las conquistas sociales que ha conseguido y eso es caro para el capital. Al capital le interesa efectivamente un buen sistema educativo, buenas universidades, investigación, claro que le interesa, lo que sucede es que eso le interesa objetivamente al capital pero los capitalistas particulares juegan cada uno al escaqueo (sonríe). Esa es la realidad, que el coste social del estado de bienestar, de los derechos sociales etc cuando funcionaba bien el capitalismo no les costaba mucho pagarlo pero cuando ha entrado la crisis en la circulación del capital han aparecido problemas y entonces cada uno pretende salvar su nave y, si, efectivamente una parte del capital muy preocupante ya sistemáticamente busca convertir una parte de sus fondos en apátridas, es decir sin un lugar de residir y pagar, contribuir, eso es terrible, ese capital es seguramente el más peligroso porque además fíjese que no tiene rostro, no es identificable con nadie ni nada, y la izquierda (y no es una crítica) eso no lo tenía previsto.

-Algún día hasta tendrá que aliarse con los viejos capitalistas

-Pues seguramente, seguramente hasta tendrá que pactar, burguesía ya creo que no existe pero con el capitalismo nacional, ese de los pequeños y medianos capitalistas que siguen honestamente trabajando y, bueno, tienen sus ventajas pero están contribuyendo a que estas sociedades funcionen, ellos están contribuyendo a la reproducción del bienestar, de la sanidad, de la educación etc, y de todo ello a su vez se beneficiará ese capital apátrida, ese que simplemente viene a recoger el plusvalor.

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