Los agentes de la Guardia Civil que investigaron el escenario del crimen donde el 2 de febrero de 2014 apareció muerto Secundino Prego Amil, relataron al tribunal que juzga el caso en la Audiencia de Pontevedra varias incoherencias en los testimonios de las dos acusadas, Albertina Táboas y Rocío Gondar, que motivaron su detención. Ni las horas en las que se desarrollaron los hechos, ni la actitud de las dos cuidadoras, ni el relato de las circunstancias del crimen componían un relato coherente, según expusieron los investigadores al tribunal.

En la tercera sesión del conocido como crimen de Chancelas, celebrada ayer, prestaron declaración los agentes y peritos que intervinieron el día de los hechos y en los interrogatorios posteriores.

Revelaron datos especialmente duros, sobre todo a oídos de los familiares de la víctima, como que el cadáver presentaba varios golpes y fracturas en la cabeza, por alguna de las cuáles asomaba la masa encefálica, envuelto en un gran charco de sangre.

Un bastón tirado a su lado estaba roto en al menos tres partes. Había además un trozo de azulejo y una piedra de granito que aparentemente habrían sido utilizadas en las agresión.

Los agentes de la Guardia Civil detuvieron a Albertina Táboas y a Rocío Gondar. debido a las incongruencias en su relato. Así explicaron que descartaron la posibilidad de que la víctima hubiese sido asesinada por dos hombres que -según el relato de las acusadas habían entrado a robar en la vivienda-, por numerosos indicios. Entre otras cuestiones, señalaron que la vivienda "no cuadraba" con un lugar que hubiese sido asaltado, o que había pasado "demasiado tiempo" entre la llegada del anciano a casa y la llamada de las dos mujeres al 112, unas dos horas y media de diferencia.

"Extraña actitud"

Otra de las cuestiones que hizo sospechar a los agentes fue que dentro de la vivienda, apareciese oculto en una bolsa de basura un electrodoméstico (una thermomix) que Albertina había denunciado como robado y que ella misma valoraba en mil euros.

Pero las principales sospechas, según los investigadores, partieron de la "extraña" actitud de Albertina Táboas desde el mismo día del crimen. Uno de los agentes que acudió a la escena del crimen explicó que mientras Rocío Gondar parecía estar "como colocada, o afectada por algún medicamento", la otra mujer tenía una actitud "normal" y que incluso "se reía a veces".

Ambas sospechosas mantuvieron la tesis del robo hasta que, durante sendos registros en sus respectivas viviendas, fueron halladas diferentes prendas de ropa machadas de sangre de la víctima, junto con otros enseres, como unas llaves de la casa del anciano que, según la declaración de Albertina, también habían sustraído los ladrones.

También llamaron la atención sobre la "extraña" actitud de Albertina Táboas durante el funeral de Secundino, y que incluso reveló detalles de la muerte del anciano que no tendría que conocer porque "en ningún momento" los investigadores le permitieron acceder al cuerpo, ni le contaron lo que había sucedido.

Confesión

Por su parte, Rocío confesó tras su detención ser la autora material del crimen, tal y como corroboró el agente que atendió su declaración, si bien insistió en todo momento en que lo hizo "bajo las instrucciones" de su compañera, la encargada de "indicarlo todo" y que habría llegado a ofrecer a la joven 5.000 euros por su colaboración, dinero que jamás cobró.

Sin embargo uno de los agentes que testificó en el juicio manifestó a preguntas del tribunal que no le pareció que Rocío estuviese "atemorizada" respecto a Albertina y que no estaba muy alterada por lo que acababa de ocurrir. Este agente indicó que mientras que Rocío daba aspecto de "haber tomado algún fármaco, de estar como atontada", Albertina sí parecía ser consciente de lo que estaba ocurriendo.

En la leñera de la casa de Chancelas, los investigadores hallaron la cazuela ensangrentada con la que, presuntamente, habrían dado muerte a Secundino Prego en las inmediaciones del garaje de la vivienda.

Cuando llegaron al escenario del crimen los primeros agentes, ambas mujeres les hacían gestos y los llamaban desde una ventana de la vivienda mientras les preguntaban "qué pasaba" y si era Secundino el que yacía en el camino próximo a la vivienda. "Se las veía más o menos tranquilas", indicó este agente.

En su primer relato las detenidas indicaron que dos hombres encapuchados había salido de la casa corriendo para huir en un coche pequeño y blanco, a una distancia y en unas condiciones de luz que según los agentes sería difícil distinguir el vehículo.