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El ajedrez como vía de escape

Un proyecto solidario pontevedrés lleva este deporte a un campo de refugiados

Refugiados jugando al ajedrez en el campo de Azraq. // FdV

Los miembros de la Escola Xadrez Pontevedra han regresado de Azraq, en Jordania, donde pusieron en marcha el proyecto "Ajedrez, estrategia por la paz".

Los instructores Pablo García y Daniel Rivera, acompañados por la psicóloga Alba Piay y el presidente de Ajedrez sin Fronteras, Álvaro Van Den Brule, pasaron una semana en un campo de refugiados sirios que alberga a 38.000 personas y a cuyas puertas todavía esperan otras 40.000.

"Conocíamos el aspecto deportivo y educativo del ajedrez, así como su faceta de expresión artística o su utilidad en el trabajo con mayores, pero en este caso el cambio fue radical, porque lo vimos como una herramienta terapéutica", explica Pablo García, maestro internacional de ajedrez.

"Una de las cosas que más nos impactó fue el poder tratar con los adultos, porque es gente que tenía una vida completamente normal y que ahí está viendo pasar las horas sin nada que hacer en medio de la nada", dice el pontevedrés, que reconoce que se sintieron menos impresionados por la población infantil, "ya que siempre está todo más organizado y pensado para que tengan actividades".

Además, otra de las cuestiones que más marcó al grupo fue el poder trabajar con niños invidentes. Para ellos llevaron tableros adaptados y cedidos por la ONCE.

"Las personas con capacidades diferentes apenas podían participar en actividades. Podías ver la felicidad en las caras de los chicos y a sus padres llorando de la emoción", describe García.

"El ajedrez es algo que te permite abstraerte completamente y evadirte de esta realidad que te ha tocado vivir", recalca.

La experiencia ha servido para que se haya creado una escuela de ajedrez en el campo de refugiados. En Azraq se han quedado los 140 kilos de material que los pontevedreses llevaron hasta Jordania, compuestos por 700 cuadernillos, medio centenar de juegos completos de mesa, tableros plegables, tableros murales enrollados, relojes digitales y de cuerda y lápices y colores para pintar.

"Venimos bastante contentos, porque uno de los objetivos, además de llevarles todo el material, era conseguir esa continuidad", afirma.

Ahora, ya en su ciudad, los integrantes de la Escola Xadrez Pontevedra tienen pensado difundir su proyecto en los colegios, para que se conozca la situación de los refugiados en el mundo.

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