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Ser cofrade, una cuestión de familia

De padres a hijos y nietos, la tradición de la Semana Santa junta a varias generaciones en las hermandades

Celestino Peón y Ramón Peón, junto al pequeño Ero Peón, de 5 años, son miembros de la Cofradía del Silencio. // Rafa Vázquez

Con una "herencia" que pasa de padres a hijos y, en muchas ocasiones, a nietos, la Semana Santa forma parte de la vida de numerosas familias de Pontevedra que, además de compartir la fe, tienen en común la pasión por la participación en una de las celebraciones religiosas más importantes del año.

En las cofradías de la ciudad, es habitual que entre sus miembros se encuentren personas de varias generaciones con el mismo apellido. De forma voluntaria decidieron un día continuar con la tradición iniciada por sus padres, un hecho que sus propios hijos también han imitado. Es el caso de los Peón. Celestino Peón, su hijo Ramón y su nieto Ero forman parte de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Silencio, creada en 1952, lo que la convierte en la tercera más antigua de la ciudad.

Celestino Peón, conocido pontevedrés y uno de los herederos de la imprenta que lleva su nombre, en la Plaza del Teucro, entró en la cofradía en la década de los sesenta. Lo hizo después de su hermano, que se había hecho cofrade unos años antes.

"Siempre estuve en contacto con el mundo de la Iglesia. Además, muchos de los cofrades venían por la imprenta", recuerda.

De aquellos tiempos, lo primero que le viene a la mente es que "había mucha unidad, amistad". "Se vivía la Semana Santa de otra manera", añade. "Eso no quiere decir que ahora no, pero eran otra época", señala el que también es presidente de la Junta Coordinadora de la Semana Santa pontevedresa.

Y quizá fue esa entrega de su padre la que animó a su hijo Ramón a entrar también en la cofradía. Tenía tres años por aquel entonces. "Era el ambiente que se vivía en casa. Todo te iba llevando poco a poco", explica, para añadir que los primeros años tenía miedo a los capuchones: "mi madre se veía obligada a meterse en los portales conmigo porque me asustaba".

Cuando se les pregunta por la parte más complicada de la celebración de la Semana Santa, padre e hijo no lo dudan: la lluvia.

"El tiempo es complicado, y aquí en Galicia ni siquiera se puede predecir el día antes. A veces la procesión puede estar a punto de salir y deja de llover. Hay que verlo hora a hora", afirma Celestino Lores.

La preparación de cada Semana Santa comienza casi al finalizar la anterior. aunque el esfuerzo mayor tiene lugar el mes y medio anterior a la fecha, cuando se intensifican los trabajos de limpieza y mantenimiento.

En esta familia no conocen lo que es tener vacaciones en Semana Santa, de modo que pensar en un viaje estos días es algo impensable. "Ya no lo recordamos", aseguran.

Hace tres años, y al igual que hizo su padre, el pequeño Ero se unió a la tradición. Tiene ahora casi seis y, según afirma Ramón Peón, todavía se lo toma como una diversión.

Cada año llegan alrededor de 15 niños nuevos a la Cofradía del Silencio, que cuenta con unos 75 miembros, incluidos los 30 que forman parte de la banda de música.

"La Semana Santa de Pontevedra tiene mucho futuro. Las cofradías han incorporado pasos nuevos, es una prueba de que hay inquietud. No siempre sale todo bien porque somos humanos y hay que coordinar, en días como el Viernes Santo, a unas mil personas", asevera Celestino Peón.

Cofradía femenina

María Jesús Mirón y su hija Ana Gómez forman parte de la Cofradía de Nuestra Madre del Mayor Dolor, una hermandad exclusivamente femenina fundada en el año 1955 y recuperada, tras un tiempo sin actividad, en 1984. Actualmente, la componen un centenar de mujeres, once de ellas niñas de más de tres años.

"Siempre estuve muy unida a la Iglesia y también fui catequista. Si no tienes fe no tiene ningún sentido que formes parte de una cofradía. Uno no sale en procesión para ir de paseo", dice convencida María Jesús Mirón.

En su familia la tradición con la Semana Santa es más que evidente. Su otra hija también es cofrade del Mayor Dolor, aunque no sale en procesión, y su hijo lo es de la hermandad del Silencio.

Pero en el caso de su hija Ana, que comenzó en la cofradía con tres años y continúa con 31, hasta el destino quiso que estuviese unida desde su nacimiento, un Domingo de Ramos, a la celebración religiosa. Ahora es la presidenta del colectivo.

Ella es la única joven que no faltó nunca en todos estos años a las procesiones. "El handicap de una cofradía en la que sus miembros van con la cara descubierta es que a muchos adolescentes les da vergüenza. Hay una etapa en la que la dejan y después vuelven", explica María Jesús Mirón.

"Para mí vivir estas fechas de esta manera es algo natural, ya no tiene nada de extraordinario, porque es lo que he vivido siempre. Supongo que a partir de ahora también vendrán momentos más especiales en las próximas semanas santas", comenta la joven, embarazada de siete meses, que estos días volverá a lucir la mantilla heredada de su madre, un regalo del que fue párroco de Santa María, Luis Alcántara.

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