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El pleito más largo de la Semana Santa

El conde de San Román litigó durante 18 años para usar en exclusiva el traje de golilla en el Jueves Santo

Retrato de un joven Felipe IV de Velázquez (entre 1931 y 1935). // N.G.

La golilla era un tipo de alzacuellos que implantó Felipe IV hacia 1623, más austero y que venía a suceder al llamado cuello de lechuguilla; un artefacto de cartón forrado de tela que circundaba al cuello y sobre el que se ponía una valona de gasa y otra tela blanca que solía estar profusamente adornada, engomada y almidonada.

El enésimo complemento imposible que ha pasado de moda a lo largo de la historia (se identifica con facilidad si se piensa en los retratos cortesanos velazqueños, especialmente los de Felipe IV) no tendría mayor trascendencia si no fuese porque motivó uno de los más importantes pleitos de las cofradías de Semana Santa. La golilla o, en rigor, la tela de la que se confeccionaba el traje.

Todo empezó en 1774. José Luis Ageitos, del gabinete didáctico del Museo, explicaba en un estudio de 2011 que el litigio arrancó a instancias de Pedro Manuel Miranda, conde de San Román, que reclamó por vía judicial "el derecho en exclusiva de ser el único en poder utilizar en la procesión del Jueves Santo, traje de golilla confeccionado en tela de seda, negando este derecho al mayordomo de la Congregación de la Misericordia".

Detrás estaba el hecho de que la golilla constituía un símbolo, en un escenario en el que comenzaba a esbozarse una sociedad de clases ese complemento se vinculaba a los universitarios formados en los colegios más elitistas de Salamanca, Alcalá y Valladolid y a un origen ligado a la aristocracia.

Animado tal vez porque el año anterior dos ministros considerados golillas, Floridablanca y Campomanes, habían accedido a puestos de poder, el conde de San Román pretendía que el mayordomo de la Cofradía de la Misericordia usase el traje confeccionado en tela de holandilla.

Desencadenó un intenso litigio que supuso el enfrentamiento entre la poderosa casa de San Román, "la Congregación de la Misericordia y el Ayuntamiento", todo a causa "del tejido del traje de golilla", explica el técnico del Museo.

La golilla fue usada por ministros togados y curiales y años antes de iniciarse el pleito en Pontevedra el cabildo compostelano había declarado que "el traje de golilla era el más respetable y autorizado que se conoce en la Nación".

El Museo cuenta en su archivo, en concreto en la colección Sampedro, con documentos sobre esta "concordia del pleito de las golillas". Es por estos valiosos fondos que se conoce como continuó el pleito que, recuerda el experto, "ha sido el de mayor alcance, trascendencia y duración cronológica de todos los que han ocurrido en la Semana Santa pontevedresa, dando lugar a severas controversias en los momentos previos a la salida de la procesión".

Los momentos de tensión se vivieron a la salida del desfile religioso del Jueves Santo y también en los tribunales. En este sentido José Luis Ageitos indica que "aunque la justicia ordinaria trató de dar, por todos los medios posibles, una solución al conflicto, esta nunca se logró, y a pesar de las distintas resoluciones promulgadas por la Real Audiencia de Galicia, los incidentes se repetían cada año".

Visto el escaso éxito de las medidas, en 1792 el arzobispo Malvar decidió mediar personalmente entre las partes en busca de una solución que pacificase la Semana Santa pontevedresa. El 28 de febrero, detalla la misma fuente, el responsable religioso reunió en su palacio de Salcedo "a una representación de la Congregación de la Misericordia junto con otra del Ayuntamiento y el conde de San Román".

Las partes llegaron a la negociación tras 18 años de costosas disputas y, finalmente, el arzobispo logró a un documento en el que Concello, casa de San Román y Congregación de la Misericordia llegaban a acuerdos sobre los trajes que debían vestir aristócratas, cofrades y regidores, pero también a otros acuerdos protocolarios de la Semana Santa, "puesto que, lo que había comenzado por la distinción en el tipo de tejido del traje, acabó llevando a otras cuestiones", explica el experto.

Como resultado, el documento de concordia recoge diferentes puntos estipulados para el acuerdo entre las tres partes. "Se establece que el Ayuntamiento debía dirigir un escrito el Martes Santo a la Congregación de la Misericordia para que tuviesen todo dispuesto de cara a su participación en la procesión, debiendo dar esta una respuesta afirmativa a alcaldes y regidores. Al mismo tiempo establece que la Congregación concurriese en la procesión con una representación integrada por el mayordomo y 6 diputados, en lugar de los 8 diputados con los que asistía anteriormente".

¿Y el tema de la golilla? Por último el documento de concordia "obliga al conde de San Román a vestir traje de golilla confeccionado en tela de holandilla, reservando el derecho de vestir traje de seda al mayordomo de la Congregación".

En adelante el conde estaba autorizado a salir siempre con ese trasto que obligaba a mantener la cabeza erguida y daba por tanto una imagen de altivez. Durante el reinado de Felipe IV se convirtió de hecho en símbolo de la seriedad española, lo que no quita que siguiese siendo un trasto. Un escritor de la época explicaba lo incómodo que era el traje: "era como meter la cabeza en un cepo, tormento inexcusable... Esta es la nación, entre cuantas la razón cultiva, que menos cuida de sus comodidades".

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