Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La dueña del edificio que ardió en A Ferrería quiere rehabilitarlo

Natalia R. Ozores, vecina pared con pared del inmueble siniestrado, también sufrió los daños del fuego en su vivienda

Nada hacía pensar a Natalia R. Ozores Fernández que el pasado 1 de febrero un incendio iba a destruir una de sus propiedades más preciadas: el edificio del siglo XIX de A Ferrería que ardió en el que ya es uno de los sucesos más espectaculares de los últimos años en la ciudad.

La pontevedresa abrió ayer las puertas de su vivienda a FARO. Se trata de una casa tradicional de la calle Soportales anexa al emblemático edificio, conocido, especialmente, por albergar la conocida tienda de telas "La moda ideal".

Con amabilidad, la mujer decide no aparecer en ninguna de las fotografías que se puedan tomar en el interior de su casa. "No me importa que hagáis del salón, pero yo no quiero salir, entendedlo, por favor", insiste.

La estancia se encuentra todo lo ordenada que puede estar después de haber sufrido también los daños de las llamas, que se introdujeron a través de una ventana en la pared medianera con el edificio siniestrado.

"¿Veis? No ha quedado absolutamente nada de las cortinas ni de la barra que las sujetaba", dice señalando la zona, en la que se puede apreciar la negrura.

Sobre la mesa del comedor se acumulan las sillas, también ennegrecidas, así como otros objetos de decoración. Del mismo modo, las lámparas acusan las consecuencias del humo.

Son todos muebles antiguos, los que Natalia R. Ozores y su esposo, ya fallecido, compraron al casarse, hace décadas. "Mi marido era militar. Cuando nos casamos, lo destinaron tres años a África y yo me fui con él. Cuando volvimos, encargué todos estos muebles a un ebanista muy conocido, Benito, creo que se llamaba", hace memoria.

Para la anciana, el incendio fue un golpe muy duro y un motivo de tristeza, ya que el edificio es una herencia de su marido, que, a su vez, lo recibió de su hermana. Como mínimo, el inmueble pasó por las manos de tres familias diferentes antes de terminar consumido por las llamas hace más de un mes.

GALERÍA | Así quedó el edificio que ardió en A Ferreiría. // Rafa Vázquez

Cuando se le pregunta si se plantea rehabilitarlo, Natalia Ozores confiesa que esa es su idea. "Algo se podrá hacer, ¿no?", dice, para reconocer que es consciente de que ya nunca volverá a ser como fue: un edificio con un interior espectacular de madera y una balaustrada que llamaba la atención de los clientes del negocio que abrió sus puertas en 1896.

Aunque el equipo de investigación todavía no ha fijado el foco exacto del fuego, las compañías de seguros de los diferentes afectados trabajan desde el primer día para minimizar, en la medida de lo posible, los daños en las viviendas y locales de los afectados.

"Aquí vinieron a limpiar, pero, como podéis comprobar, las paredes y el resto, siguen estando ennegrecidas".

Además, en un pequeño patio interior que tiene la casa de Natalia Ozores han colocado una protección para evitar la caída de cascotes u otros restos del edificio incendiado.

Afortunadamente, en el resto de la casa tan solo entró humo, lo que obligó a mantener las ventanas abiertas durante días para ventilar.

Mucho nerviosismo

El pasado 1 de febrero, la pontevedresa acababa de regresar de misa cuando alguien le timbró para que saliese de casa. Comenzaba el incendio a escasos metros de su vivienda.

"Yo quería llamar a mi nieta, pero me puse tan nerviosa que se me cayó el teléfono en varias ocasiones", asegura. Finalmente, la joven pudo recoger a su abuela y salieron al exterior. Natalia R. Ozores era de las primeras personas en ser desalojadas de la manzana.

Los días siguientes los pasó con su familia en un hotel, ya que el fuerte olor a quemado impedía la permanencia en su hogar.

Ahora, que ya vuelve a estar en la casa en la que comparte tantos recuerdos, mira con resignación las consecuencias del fuego y dice: "No os podéis imaginar como fue aquello."

Compartir el artículo

stats