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Manuel Abelleira: "A causa de la crisis la gente no ha podido asumir la rehabilitación de sus casas"

El arquitecto reconoce que en el casco viejo hay un gran contraste entre zonas públicas y privadas

El arquitecto Manuel Abelleira. // Rafa Vázquez

Las infiltraciones de humedad en las estructuras de madera son el principal problema de las viviendas antiguas de la zona monumental, según el Manuel Abelleira. El presidente del Colegio de Arquitectos de Galicia en Pontevedra recuerda que el plan Peprica asigna a cada inmueble una ficha con el tipo de protección que se le aplica, que, inevitablemente, termina encareciendo los trabajos de rehabilitación.

-¿Cuáles son las principales complicaciones que se encuentran los arquitectos a la hora de asumir la rehabilitación de una vivienda en la zona monumental?

-Hay de todo en el casco viejo, pero la mayoría de las viviendas que necesitan ser rehabilitadas están bastante deterioradas. Muchas tienen estructura de madera y no han tenido mantenimiento a lo largo del tiempo, por lo que suele haber infiltraciones de humedad. Además, en gran parte de los casos son viviendas cuyas estructuras están apoyadas las unas en las otras, como una especie de castillo de naipes, con medianeras. Entonces, si hay infiltraciones, las estructuras se van deteriorando y, con el tiempo, pueden evidenciar problemas graves.

-¿Y la piedra? ¿Alarga la vida de estos inmuebles?

-Bueno, el hormigón también es un material muy durable, pese a ser una piedra "artificial".

-En el caso del edificio que ardió en los Soportales evitó la propagación del fuego a los aledaños...

-En ese caso en concreto, por lo que he podido ver y lo que he hablado con compañeros, ayudó también el que la cubierta estuviese a una cota distinta a la de los edificios de la manzana. Efectivamente, el que fuesen las paredes medianeras muy potentes de sillería evitó la propagación. Pudo haber sido una tragedia.

-¿De qué manera complica la rehabilitación la normativa?

-Existe un plan de reforma especial del casco antiguo, conocido como Peprica. Cada edificio tiene una ficha en la que se incluye el tipo de protección que se le aplica. Hay un baremo que va desde la más sencilla, que es la ambiental 3, hasta la más rigurosa, la monumental, que solo permite conservar el bien en el estado en el que está. Dependiendo del caso se puede hacer un vaciado de la estructura o modificar la fachada o cambiar y ampliar plantas. Las iglesias o edificios históricos tienen una protección muy alta, mientras que esta es más baja en lo que respecta a las casitas más sencillas, humildes.

-¿El Peprica encarece mucho los trabajos?

-Todos estos planes lo hace, porque te obliga a utilizar, por ejemplo, forjados de madera, que son más caros, que los convencionales de hormigón. Además, la carpintería de exterior tiene que ser también de madera, no de aluminio ni pvc. Tienes que adaptarte a lo que hay, mientras que en una obra nueva la libertad del proyectista es total. Muchas veces los medios auxiliares, los trabajos previos, encarecen la obra, porque no es lo mismo realizarla de cero a partir de un solar, con todas las comodidades, que en un entorno más pequeño y con condicionantes de una estructura existente. Eso a las empresas constructoras les dificulta poder ejecutar la obra a la misma velocidad.

-¿Y los suministros? ¿Es difícil su instalación?

-Cuando se realizó hace unos años la reforma urbana del casco viejo, la mayoría de la preinstalación quedó a pie de viviendas ya proyectadas. Es algo relativamente sencillo que pasa por modificar la instalación interior y el enganche a la acometida. Lo que ocurre es que, a veces, las normativas son muy fastidiosas y te obligan a tener los contadores fuera, algo que es incompatible con una zona monumental.

-¿Quién decide declarar en ruina un inmueble?

-Normalmente, suele ser la propiedad, cuando ve que el edificio ha colapsado o está a punto de hacerlo, o la propia administración, que lo puede hacer de oficio cuando ve que hay un peligro inminente.

-¿Qué valoración hace de la situación del casco histórico pontevedrés?

-En Pontevedra hay un contraste entre las zonas públicas y las de los particulares. Es complicado, porque a causa de la crisis la gente no ha podido asumir la rehabilitación de las casas, que se han ido deteriorando. Son los casos, por ejemplo del Pazo Mariño de Lobeira, en la calle César Boente, o de algunas casas en la Praza de A Verdura. Es muy difícil asumir esas rehabilitaciones.

-¿A qué nivel estamos en comparación con otras zonas monumentales gallegas?

-Estamos muy bien. Por ejemplo, en Vigo, ahora ya se ha hecho un buen trabajo, pero hasta hace unos años era desastroso. Los dos ejemplos más paradigmáticos de Galicia a nivel conservación son el de Santiago y el de Pontevedra, son un éxito de conservación. Comparado con Ferrol, estamos a años luz, y los propios ferrolanos lo reconocen.

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