Ha sido un mes intenso, que comenzó el 7 de febrero con el primer desfile, y que ha estado marcado por los aplazamientos por la lluvia, pero finalmente Poio ha podido completar su amplia programación carnavalera. Y lo hizo anoche con el entierro de su emblema del entroido, el Galo Fodorico. Tras el luto de rigor, la comitiva de viudos, deudos y choqueiros, presidida por el gallo elaborado por la asociación Ronsel, partió de la plaza do Mosteiro hasta la de Arís, donde se procedió a su incineración.

La despedida del Galo Fodorico, que en esta edición cumplía 28 años, reunió a las comparsas locales, como Os Canecos, 100 Tolos y Escocia, la leyenda de Samieira. Pero además participaron otras agrupaciones de la comarca como las de Os da Caña, Os Paparrulos o Flores de Carnaval y los grupos Cor Café y Ponte A Bailar.

En esta edición el Galo Fodorico llegó a Poio vestido de viticultor, reivindicando la inclusión del municipio en la Denominación de Orixe Rías Baixas. Por ello, el encargado de leer el testamento fue el director del Instituto Galego do Viño, Xoán Canas.

Junto con el Enterro do Galo Fodorico se celebró previamente la quinta edición de la Festa do Choqueiro, con un desfile y premios parta los mejores ataviados.

La quema de un gallo se asienta en antiguas tradiciones de entroido en el municipio. Los organizadores de la Asociación Ronsel, recuerdan que "antiguamente se hacían las corridas do galo, que se perdieron por eso se decidió que la figura el entroido de Poio fuese un gallo". También se apunta que "en Arís se hacía una piñata artesanal hecha de barro, que llevaba harina galletas o un propio gallo en sí. Fue una forma de recuperar esta tradición, pero llevándola a los días de hoy", en referencia a que ya no se hace sufrir a gallos vivos, sino a un monigote que la asociación Ronsel realiza durante un mes.