Devolver la playa a los pontevedreses y a la ría lo que es de la ría "sin perder un solo puesto de trabajo". Era el difícil empeño que se propuso Ravachol a su llegada a Pontevedra el pasado día 8. La idea era resolver el conflicto en los siguientes días, pero dos semanas después las negociaciones seguían sin avances y el loro falleció de un ataque, exhausto tras intentar sin éxito que administraciones y empresa llegasen a un acuerdo.

En la plaza de A Peregrina, escenario de la recreación de la botica de Perfecto Feijoo, se abrió a mediodía el libro de condolencias, en donde todos los interesados pudieron expresar por escrito su pésame. La Irmandade de Ravachol (cuyos integrantes volvieron a lucir sus trajes de finales del siglo XIX) recibió el pésame de los ciudadanos en un primer espectáculo que dio paso durante la tarde al velatorio del loro.

Por la plaza de A Verdura pasaron cientos de viudas y deudos vestidos de riguroso luto para acompañar al plumífero en sus horas finales. Dos horas antes de la salida del cortejo fúnebre decenas de personas esperaban ya en A Ferrería la llegada del desfile, que salió puntual acompañado de las comparsas. Y es que a diferencia de la anterior edición del entierro, cuando la lluvia mermó sensiblemente la afluencia de público, el final del accidentado Carnaval 2016 se caracterizó por la multitudinaria afluencia a la Mostra da Parodia, el Desfile de Entroido y anoche la despedida a Ravachol. El público aprovechó así las jornadas finales de fiesta tras dos sucesivos aplazamientos de las principales citas del programa por el mal tiempo.

Caballeros legionarios, curas (aunque menos papas que en anteriores ediciones), buceadores, policías en minifalda, caballeros con sombreros de copa y damas con mantilla acompañaron al loro en el desfile mortuorio, que encabezó el Rey Urco, monarca del Carnaval pontevedrés. No fue el único representante de la monarquía que acudió al sepelio y allí estaba también con su uniforme y sus galones el rey acompañando al grupo Vamos a Todo.

Y tras el desfile con la imagen del loro por las calles de la ciudad, A Ferrería fue escenario del espectáculo mortuorio con el que Pontevedra dijo adiós al Ravachol negociador. El emblema del carnaval pontevedrés alimentó un año más la gran hoguera ante el numeroso público congregado en la plaza.