"Es patético. En primer lugar porque por mí no decide nadie, y yo vivo en Pontevedra también. No puedo llegar a entender que se ponga en discusión el mundo del trabajo. Esta decisión va a provocar que estarán mirándonos desde otros puntos de España y de fuera incluso. Parece como si aquí no se pudiese opinar, como que solo funcionase el 'o estás conmigo o estás contra mí'. Eso me parece un poco fuerte. Nosotros siempre hemos defendido la permanencia de la fábrica en Pontevedra. Reconocemos que la ubicación en la ría no es la más deseada y se pudo cambiar en otros tiempos. En estos momentos sería imposible el traslado. Para nosotros es prioritaria la conservación de los puestos de trabajo".
