Una hermana y un cuñado de la víctima declararon en la vista celebrada ayer, que en la jornada en la que José Luis Cortiñas se fue con Lupe Jiménez para hacer un viaje del que ella nunca volvería, el hombre estuvo pescando previamente con este cuñado en un río de Vilaboa. En la casa familiar de Lupe, en Figueirido, Cortiñas recibió una llamada de un tal Antonio, desde Lugo, que según uno de los guardia civiles que testificaron en el juicio actuaba como "mediador" entre la pareja para resolver sus desavenencias. Al no estar en casa, la hermana de Lupe le dijo que telefonease a su cuñado Jacobo, con el que Cortiñas pescaba, y así lo hizo. Tras esta segunda llamada, el ahora acusado se empeñó en regresar a la casa familiar de Lupe, donde obligó a su mujer a irse con él de forma inmediata a Lugo porque "había problemas".

Aquel día Lupe se fue de casa "con mucho miedo", aseguró la hermana de la víctima. "No le dejó ni coger el carnet, se fue en zapatillas", añadió. Su cuñado corroboró esta versión y aseguró que Lupe se fue "obligada, no quería, pero la ley gitana es así, en las cosas de un matrimonio no nos podemos meter", explicó al tribunal. Así, Lupe se fue apresuradamente con su marido, si bien "no se fue conforme, se resistió", aseguró el cuñado. Este testigo también ratificó que Lupe había llegado a su casa familiar un tiempo atrás "con un ojo morado", asegurando que él le había pegado.

Forenses

Durante la vista, las explicaciones de los agentes de la Guardia Civil que realizaron la primera inspección ocular del cadáver, así como la de los forenses, arrancaron llantos y manifestaciones de dolor de los familiares que seguían el juicio.

Los forenses explicaron que el cadáver presentaba un total de 16 heridas producidas por arma blanca, 3 en el cuello, 12 en el tórax y una en la muñeca derecha. De las doce del tórax, dos de ellas llegaron hasta el corazón, que con toda probabilidad le causaron la muerte por "colapso hemorrágico", señalaron los forenses. Las otras diez llegaron hasta un pulmón, todas con similar trayectoria.

Otro de los médicos forenses que intervinieron en la autopsia señaló que dos de las puñaladas alcanzaron una costilla, lo que hace deducir que se produjeron con mucha fuerza y con un arma que tenía que estar muy afilada porque "no es fácil cortar una costilla".

Los psiquiatras que evaluaron al acusado tras ser detenido coincidieron en que Cortiñas era plenamente consciente de sus actos, que podía comprender la "antijuricidad" de lo que supuestamente había hecho, por lo que tiene "plena imputabilidad", coincidieron los psiquiatras forenses que evaluaron al acusado.

También entienden que el consumo de distintas drogas por parte del acusado no impedían su capacidad de discernimiento sobre la gravedad de esta acción. Previamente, la hermana y el cuñado de la víctima también declararon que Cortiñas no era un drogadicto.