El temporal que obligó a suspender todas las actividades de Carnaval en la comarca, entre ellas el desfile de Pontevedra, se cebó ayer con la ciudad, donde fuertes rachas de viento provocaron un amplio rosario de incidentes que obligó a los Bomberos y a la Policía Local multiplicarse para poder atender todas las emergencias. Junto a incidentes como caídas de postes y tejas, desplazamiento de contenedores y vallas desplomadas, los efectivos municipales tuvieron que emplearse a fondo en la glorieta de Compostela y la calle Peregrina, donde el viento arrancó de cuajo una decena de planchas metálicas de grandes dimensiones de lo alto de un edificio. Todas estas piezas se desplomaron sobre la calle con la fortuna de que no pasaba nadie a esas horas, sobre las cuatro y media de la tarde, y no se registraron daños personales.

En todo caso, mientras los Bomberos revisaban la terraza para evitar otros desprendimientos, la Policía Local acordonó varias horas toda la zona para impedir el paso. Las chapas llegaron a desplazarse varios metros, hasta la fuente de la glorieta de Compostela. También fue necesario acordonar otras zonas de la ciudad, como la Rúa Real o un tramo de acera en O Burgo. En ambos casos el viento arrancó tejas de las casas y la Policía delimitó la zona con citas. Otro de los episodios más llamativos se produjo en la calle Almirante Matos, donde varias plantas de un tejado también salieron volando y se desplazaron varios metros, hasta las inmediaciones del puente de O Burgo.

Aunque la lluvia no fue tan abundante como se esperaba, sí se llegaron a contabilizar registros de más de 20 litros por metro cuadrado en la estación de Meteogalicia en Campolongo, así como en el Castrove (Poio) y cerca de 30 en Ponte Caldelas y Cotobade. Pero fue el viento el que causó más destrozos, ya que llegaron a registrarse rachas de 100 kilómetros por hora en Sanxenxo, , 75 en Poio y alrededor de lo sesenta en Pontevedra, mientras que en A Lanzada se llegó a los 110 y en el observatorio de Monte Xesteiras se alcanzaron los 138 kilómetros por hora.

El reguero de incidentes se produjo por toda la comarca, pero fue en Pontevedra donde las consecuencias se notaron con más virulencia, especialmente entre las 15.00 y las 19.00 horas aproximadamente. De hecho, la plantilla de guardia de los Bomberos, con cinco efectivos, no daba abasto y fue necesario activar al retén de reserva, con cuatro efectivos más para poder atender el sinfín de llamadas y salidas que realizaron en esas horas.

Entre las incidencias registradas, además de los desplomes de parte de tejados en la calle Peregrina y Almirante Matos, también hubo que intervenir en viviendas de Médico Ballina y Blanco Amor por desprendimientos de uralitas y tejas, lugares a los que los Bomberos acudían sin apenas terminar en otro punto. Hubo momentos en los que dejaban temporalmente una emergencia para atender otra y después regresaban a la primera.

Se da la circunstancia de que hace unos días, a raíz del incendio que arrasó un edificio entre las calles Michelena y Soportales, la Plataforma de Bombeiros Públicos de Galicia se quejó de la falta de efectivos en todos los parques gallegos, entre ellos el de Pontevedra, una escasez que quedó ayer de nuevo en evidencia al solicitarse refuerzos.

Durante la tarde también se registraron incidencias al final de la avenida de Compostela, ya en la rotonda con la N-550, al desprenderse carteles, donde intervinieron efectivos de mantenimiento de Carreteras, en el campo de fútbol de Monte Porreiro, al desprenderse unas chapas, en la calle Loureiro Crespo, al caer vallas de las obras del Hospital, y en el colegio de Vilaverde, en Mourente, donde cayó un poste del tendido eléctrico.

Asimismo, un vehículo se salió de la vía en la PO-11 en Salcedo (el tramo de cuatro carriles que une O Pino con Mollabao) y sus ocupantes, que salieron ilesos, achacaron el accidente a una racha de viento que desvió el coche, que quedó en una zanja donde resultó difícil salir.