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El oculto Castro da Subidá

La Asociación Almuinha demanda inversiones para seguir investigando el poblado castrexo

Un momento de la visita organizada por Almuinha. // Faro

La Asociación Cultural Almuinha organizó una ruta al Castro da Subidá guiada por expertos, que remató en el antiguo poblado castreño, habitado entre el siglo IX A.C. y el siglo II de nuestra era. El historiador marinense Aarón Franco, que participó en la excavación, se encargó de remontar a los asistentes unos cuantos siglos atrás para hablarles de la vida de los antiguos pobladores de la villa, como relata la agrupación Defende o Monte Pituco, que también colabora en la iniciativa.

Allí se explicó que solo se ha excavado un exiguo uno por ciento de la superficie que abarca el castro, con una extensión que podría llegar a las dos o tres hectáreas. "La llegada del PP al gobierno local cortó la financiación, impidiendo que afloren más estructuras habitacionales y otros posibles almacenes de los que entonces salieron a la luz, y frenando también la posibilidad de descubrir los muros defensivos", exponen.

Quedan muchas tareas pendientes en la investigación de este castro, "que seguirán esperando tiempos mejores en los que otros responsables políticos con más sensibilidad por la cultura y con más visión de futuro sobre el potencial de un turismo sostenible, destine una dotación económica suficiente para ampliar la excavación, gestionar adecuadamente los hallazgos y divulgar los resultados de los trabajos arqueológicos", añaden.

Visitar el Castro da Subidá es una magnífica oportunidad para contemplar, de frente, el Monte Pituco (Pornedo, por su denominación tradicional). En esta ocasión no fue posible por la llovizna y por la niebla que cubría las cumbres de la villa.

Visitar el Castro da Subidá nunca deja indiferente. Algunos de los participantes en la ruta organizada por Almuinha no conocían la existencia de petroglifos, ni de la vieja cantera ubicada en el "torreón" donde Pepito Meijón dejó también su peculiar huella en las piedras.

"No sabemos si fue Meijón quien cinceló estas letras en una piedra al lado de las estructuras de las cabañas, solo que la naturaleza colonizó sus trazos para que hoy casi podamos leer sus pensamientos", explicaron los organizadores.

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