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Apasionados por las tablas

El arquitecto Enrique Gil diseña "longboards" y la artista Paula Blanco interviene "skates", dos formas de aplicar su trabajo al soporte característico del surf urbano

Enrique Gil, en la Plaza de Santa María con dos tablas diseñadas por él. // Gustavo Santos

Han convertido los "skates" en una forma de trabajo. Los pontevedreses Enrique Gil y Paula Blanco han llevado la pasión por el surf urbano a sus profesiones. Mientras que el arquitecto diseña tablas de "longboard", la artista interviene las de "skate". "Yo siempre fui de skate y buscaba siempre una tabla más grande para conseguir las sensaciones del snowboard sobre el asfalto", asegura Enrique Gil, creador de la empresa pontevedresa para el diseño y fabricación de "longboards" Hillboard.

"Es una cuestión profesional al cincuenta por ciento y personal al otro cincuenta. Es una especie de artesanía 2.0 realizada con las tecnologías que tenemos a nuestro alcance", cuenta este arquitecto. Su pasión por el surf sobre asfalto le llevó primero a diseñar las tablas y ahora también a fabricarlas. "Tengo una página web para poder distribuirlas por todo el territorio nacional y la Unión Europea. Tengo un par de puntos de venta, en Vigo y en O Grove, y tengo la intención de ir abriendo más poco a poco", anuncia.

En estos momentos, Gil diseña tres tipos de tablas, "que, dependiendo de su tamaño, provocan una sensación distinta". "La más grande es adecuada para un surf más clásico, más tranquilo; para jugar encima de la tabla, bailando, poniéndote en la punta. La intermedia es de surf puro y la tercera es más radical". Cuando Enrique Gil habla de surf se refiere a "surf sobre el asfalto".

Las tablas de "longboard" están fabricadas con madera de bambú. "No las veo con otro material", recalca Gil, que añade que se trata de una madera muy flexible, elástica, "pero muy resistente". "Es el material idóneo para estas tablas y aguanta bastantes kilos".

Aunque el más famoso es el bambú chino, el pontevedrés compra el suyo en Colombia: "Allí hay una gran industria y lo tienen más desarrollado y estandarizado". Una tabla de "longboard" puede durar toda la vida. "Se estropea antes un eje, o las ruedas por desgaste, que la tabla", indica su diseñador.

Su formación como arquitecto le permite realizar la creación del soporte, pero también se atreve con el diseño artístico, una labor en la que, en ocasiones, cuenta con la colaboración de la ilustradora pontevedresa Tania Solla.

Enrique Gil combina esta pasión con su trabajo en su estudio de arquitectura. "Esta es una pequeña ventanita que he abierto yo en mi despacho para ver si me puedo escapar de tanto papeleo, tanta normativa y tanta pelea con las administraciones", bromea. "Esto es algo que a mí me gusta: saber patinar, saber rodar... Pero también me gusta la parte de diseñarlos y producirlos", recalca.

Las tablas rondan los 600 euros. "Este no es un producto que yo aconseje a alguien que está empezando. Está pensado para gente que tiene experiencia en el mundo del surf, del skate o del snowboard. Al final, el equilibrio sobre la tabla es muy parecido en todas estas actividades. En su opinión, Pontevedra es "fantástica" para la práctica de estos deportes. "Estoy pensando incluso en crear unas rutas al respecto", asegura un joven que utiliza las tablas también como un medio de transporte.

Un trabajo en la facultad

Vivir cerca de un parque de "skate" llevó a Paula Blanco a familiarizarse con el mundo del surf urbano. "Ese sitio era como mi segunda casa y tuve la suerte de encontrarme con un profesor de pintura en la facultad de Bellas Artes de Bilbao que no ponía pegas en cuanto al soporte. Así que lo tuve claro", recuerda la joven, que actualmente cursa un máster en Dirección de Arte en Cine en Cataluña. "Muchas veces mis amigos me daban las tablas in situ, en cuanto las partían, pero otras, mi amigo Jarabo de la tienda Fuckskateboarding me las guardaba y me las entregaba cada cierto tiempo", indica.

Otra de las cuestiones que la animó a decidirse por este tipo de soporte fue su gusto por el tema del reciclaje, "en parte por un factor económico y en parte porque le puedes dar una segunda vida a cualquier objeto y evitas el círculo de consumo que se genera en la facultad: es una verdadera barbaridad la cantidad de dinero que puedes gastarte cursando una carrera de Bellas Artes". Por aquel entonces, la artista realizaba distintos trabajos de muralismo con el colectivo Cane Morto de Milán, por lo que "es muy posible que indirectamente fuese una influencia" en la creación de sus obras con "skates". Sus tablas han sido expuestas varias veces: en Logroño, Burgos, Bilbao, entre otros. La última ha sido en Pontevedra, en un evento organizado por el Slow City Hostel.

Paula Blanco puntualiza que "hay millones de artistas que trabajan con tablas de skate". A ella, personalmente, le apasiona el japonés Haroshi, "que trabaja a partir de tablas viejas, las pega en bloques y, posteriormente, las talla". Además, artistas de Reskate han hecho exposiciones colectivas con este tipo de artículo en Madrid, Zaragoza, Barcelona, Rotterdam y Berlín.

El resultado de su obra tuvo su éxito entre el público. "Hace un par de años un chico me ofreció una cantidad desorbitada por una de ellas y no fui capaz de aceptarla porque era la primera vez que las colgaba y tenía en mente sacar la colección entera alguna vez más de paseo. A día de hoy, lo hubiese aceptado sin pensármelo, pero por aquel entonces les tenía mucho más cariño", confiesa. "Siempre que las he colgado ha habido alguien interesado en ellas, pero soy un verdadero desastre a la hora de ponerles un precio y los interesados no suelen atreverse a hacer ese trabajo por mí", añade.

Cuando comenzó este tipo de trabajo, la artista no se planteó en dirigirlas a un movimiento urbano en concreto. "Solo estaba haciendo algo que me gustaba", dice. "Cada vez que las he expuesto, el público ha sido distinto y la acogida buena. De hecho, más de una vez me he visto sorprendida por el tipo de perfil de persona que se ha interesado en comprarlas. Los seres humanos somos complejos", concluye.

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