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El incendio que no logró acabar con La Casa de los Paraguas

La primera sede del emblemático establecimiento resultó calcinada en un incendio en 1977 - El siniestro, generado de madrugada por un cortocircuito, obligó a la tienda a reinventarse

Crónica de FARO en la que relata el incendio de julio de 1977 en La Casa de los Paraguas. // FDV

Ernesto Filgueira era un joven recién salido del instituto y estaba de camping en Samieira cuando se enteró de que el negocio familiar, la popular Casa de los Paraguas, estaba ardiendo. "Un amigo vino a una academia a Pontevedra, se bajó el autobús y oyó comentarios de la gente de que La Casa de los Paraguas ardía, se volvió a subir al bus y vino a buscarme", explica a FARO.

Unas horas después el actual responsable de la tienda comprobaba personalmente el alcance de los daños. "No se me borrará: cuando llegué ya todo estaba acabado", señala, dado que el incendio se había producido horas antes, en la madrugada del 7 de julio de 1977.

"Se cree que fue un cortocircuito", añade, que inició las llamas. Éstas acabaron por calcinar el edificio que ocupaban varios locales comerciales, entre ellos La Casa de los Paraguas, situada ya por aquel entonces en la misma sede que la actualidad, en la plaza Méndez Núñez.

No fue una ayuda, detalla Ernesto Filgueira, que "en esos años las instalaciones de los establecimientos comerciales no estuviesen adaptados a las normativas de seguridad, en aquel momento ni era obligatorio tener extintores, me parece recordar, ni ninguna otra medida".

Con todo, los actuales propietarios reconocen que esas medidas "tampoco hubiesen servido de nada porque el incendio se declaró de madrugada, nosotros no estábamos aquí para intentar impedirlo".

El fuego se inició pasadas las seis de la madrugada en los contadores existentes en las escaleras del portal y las llamas se propagaron con rapidez a las dos plantas superiores, ocupadas entonces por La Casa de los Paraguas.

Se extendió además a La Confianza, una tienda del comerciante Eugenio Villaverde ubicada en el bajo y que contaba con una almacén de confección en el primer piso.

Fue la Policía Local la que dio aviso a los propietarios. Los agentes "nos buscaron, también a través de los vecinos, tuvieron que localizar a mis padres con el boca a boca, porque entonces tampoco había móviles ni nada, el vecino de al lado, creo, fue el que ayudó a avisarlos; entonces había más locales aquí que ahora y la gente más o menos sabía donde vivíamos y se preocupó".

FARO cubrió el siniestro y en la información puede leerse que los vecinos y comerciantes avisaron a Bomberos "a las ocho menos diez" y el servicio de extinción movilizó "con toda rapidez" a sus efectivos.

Cuando llegaron los agentes "la tercera planta era ya un auténtico volcán, por lo que su tarea se dedicó preferentemente a tratar de contener las llamas en la segunda planta", explicaba el cronista.

Aproximadamente dos horas después Bomberos daba por extinguido el incendio, que produjo pérdidas por valor de 10 millones de las antiguas pesetas solo en La Casa de Los Paraguas.

Por su parte, el propietario de La Confianza, cuyo bajo resultó menos dañado, cifró los daños en aproximadamente 500.000 pesetas.

Especialmente, la familia Filgueira recuerda la solidaridad de los pontevedreses. Los agentes de Bomberos, una vez finalizada la extinción, quisieron minimizar los daños e "iban tirando por las ventanas a la calle las pocas prendas que estaban bien o algo bien en realidad".

Ese género, lleno de humo, "quemado y muchas veces incluso con quemaduras", recuerda Ernesto Filgueira, fue la excusa que utilizó la ciudad para apoyar a la familia. "El género que quedó se lavó y preparó y todavía tuvo alguna salida por la solidaridad de los clientes y los amigos, que después del incendio nos ayudaron a liquidar restos de prendas con quemaduras, con olor pestilente; hay que recordar muchos de estos productos están hechos con poliéster, un derivado del petróleo, que con calor deteriora mucho las prendas".

Solidaridad de los capitalinos

Pantalones con quemaduras, chaquetas con marcas de las bolsas que las cubrían... "Se vendió mucho género por 1 peseta y nos asombró la solidaridad: gente que nos dejaba el local para meter el género, que nos ayudó a transportarlo en coches..."

A continuación vinieron meses de trabajo. "Hubo que desescombrar y, una vez que compramos el edificio, empezamos a rehabilitar y teníamos que trabajar aquí dentro, incluso con un entoldado en la cubierta que tuvimos que recolocar un día de temporal".

El edificio se recuperó y abrió sus puertas, ya con su actual imagen, tras una inversión que sumada a la pérdida del género supusieron años de esfuerzo económico a la familia. "La enseñanza que saqué", señala el comerciante, "es que no hay que ver si es o no culpable nadie porque son cosas que pasan, cosas que incluso son impensables, que un fallo eléctrico pueda provocar daños así".

Por momentos, a Ernesto Filgueira le resulta difícil recordar. "Reconozco que es un tema que me afecta personalmente, y mi padre ni siquiera quiere hablar de ello, fui muy temprano a saludar a las personas afectadas por el incendio (en alusión al siniestro que calcinó La Moda Ideal, la zapatería Cuplé y el estudio de fotografía de Tere Malvar) y me solidarizo mucho con ellos, les ofrezco toda mi ayuda y los animo a que, si se sienten con juventud, ánimo y fuerzas vuelvan a intentarlo, aunque se bien que no es fácil; vaya para ellos toda nuestra solidaridad porque por desgracia sabemos bien qué se siente".

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