Con un ojo puesto en los cauces de los ríos Gallo y Umia y con los muebles y electrodomésticos en lo alto, así se despertaban ayer los vecinos de Cuntis y Caldas en una jornada en la que las lluvias dieron un respiro tras ocho jornadas en las que se acumularon 461,4 litros por metro cuadrado en el observatorio del monte Xesteiras. En muchos casos, las inundaciones no sorprendieron a muchos vecinos, acostumbrados a este tipo de circunstancias y apuntan a que fue menor que la crecida del día de Reyes de 2014 cuando el Umia sí llegaba a desbordar por encima de A Tafona en Caldas.

"Estábamos alerta para sacar el chimpín y por suerte lo sacamos a tiempo. Fuimos precavidos, pero llegamos a tener un palmo de agua que tuvimos que retirar con dos bombas, una mía y otra de Protección Civil", señala Antonio Rodríguez, vecino Cuntis. Apunta que debido al nivel de alerta "no hubo grandes daños". En su sótano tiene una bodega y cuenta que otros años ya vio como flotaban los barriles en la inundación, llegando a arruinar la cosecha.

Peor suerte corrían sus vecinos Silvia y Martín, que despertaron el pasado jueves en su casa recién arreglada convertida en una auténtica piscina. En los últimos días habían acabado los trabajos de pintura pero la crecida afectaba a la vivienda.

"Es siempre lo mismo. Hace años también teníamos inundaciones, pero no así. Desde que hicieron la circunvalación (calle Don Aurelio) se concentra mucho más el agua. Además hay que limpiar los ríos, dragarlos, porque el Gallo parece el jardín botánico de Cuntis y el agua tiene que buscar su camino perdido", apunta Antonio. "Antes la gente recogía la arena de los ríos para construir, pero ahora no solo no se puede, sino que tampoco lo dragan ni lo limpian y se ponen más atrancos", concluye.

En Caldas no desbordaba por centímetros el Umia en A Tafona, pero sí se producían inundaciones, en As Carballas, aguas abajo del muro del paseo fluvial y en Veigas de Almorzar, en Bemil. En la capital comarcal, como Antonio en Cuntis, son precavidos y mantendrán la alerta ante la posibilidad a que continúen las crecidas en las próximas horas.

Hasta con cinco bombas industriales utiliza José Maquieira, propietario de la cafetería Termas para retirar el agua de su almacén. "Ya es automático, subimos a lo alto de la mercancía y los congeladores al pasillo del bar, no hubo daños porque estamos preparados, las bombas no se mueven en todo el año, están listas para que entren en funcionamiento en cualquier momento", señalaba. En esta ocasión, el agua llegó a estar a la altura de uno de los fregaderos. "En cuestión de pocos minutos pasamos de nada, a tener 50 centímetros de agua", señala, apuntando a uno de los principales problemas de la inundación en el río. Y es que las crecidas afectan a los bajos próximos antes de que desborde el río debido a que entra antes retrocediendo por las vías de desagüe.

Lo mismo opinaba Josefa Eiras, vecina de As Carballas. "De momento no llegó a tanto como otros años, pero sobre todo está llegando por las tuberías, en vez de finca teníamos el río, pasaba por encima de las coles", señala. Vecina del otro lado de A Tafona, apunta a que desde la construcción del muro se impide las inundaciones en el otro lado del casco urbano, pero están aumentando más en As Carballas, del otro lado del río. "El agua busca su sitio y ahora estamos más bajos. Iban a hacer un muro de este lado, pero no llegó aún", señala.

Pero hay quien trata de verle un aspecto positivo a la situación como son las numerosas visitas de curiosos que está teniendo estos días uno de los tesoros paisajísticos de Caldas como es la cascada de Segade. "No vienen tantos como en verano, pero poco le queda", afirmaba ayer un vecino del lugar.