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Resinero de profesión

Unos 29 alumnos aprenden a sacar provecho económico de la resina de los pinos en los montes de San Andrés en Caldas

Los 29 alumnos del curso de resinero en A Baxe, Caldas. // Iñaki Abella

Es utilizada en la industria farmacéutica como el recubrimiento de las pastillas, en cosmética, como coagulante para hacer chiches, disolventes, aguarrás, en asfaltos o pinturas. La resina de pino es una materia prima natural, limpia y renovable que puede ser el sustituto ecológico de la resina sintética del petróleo. Su mayor uso permitiría el cumplimiento del protocolo de Kioto y reducir la contaminación. Sin embargo, la extracción de la resina de los pinos en Galicia todavía está en su fase más incipiente.

"Europa consume solo el 10% de resina natural que produce, el resto lo importa de Argentina, Brasil y China. Portugal es uno de los principales mercados de Europa y Galicia es una de las potencias forestales a nivel europeo, por lo tiene todo lo necesario para convertirse en una potencia en el sector resinero". Con estas palabras definía la situación Edgar Fernández, que junto con su compañero Xián Santos, los únicos resineros con autorización para ejercer el oficio en Galicia, y que ayer empezaban un curso para enseñar la profesión.

En total, participan 29 alumnos llegados desde Caldas, pero también de Ourense, Barbanza, Lousame, Padrón y Pedrafita para aprender a ser resinero. En total son 20 horas de curso, para obtener un título homologado y certificado por la Asociación Nacional para la Defensa y Vertebración del Sector Resinero, de los cuales el 60% son prácticas en los montes comunales de San Andrés, en Caldas.

"Se trata de un trabajo para todo el año", comenta Fernández. La preparación del pino empieza antes en Galicia, entre diciembre y marzo, mientras que entre marzo se realiza el "derroñe" con el descortezado de los árboles, el "clavalo" con la colocación de una chapa para conducir la resina y el "trazalo". Durante el buen tiempo se realiza la extracción de la resina un componente que en el caso de la Ibérica destaca en los mercados por su versatilidad. "Es la que más aplicaciones se le puede dar", señala el resinero. Así, de la resina se pude sacar entre un 22 y 25% de aguarrás, mientras que el resto es la colofonia, la parte sólida.

Se trata de mirar al pasado para poder tener una salida de futuro. "Es una salida laboral más, existe todo un nicho de mercado en Galicia por explotar y está claro que no va a dar para sacar un sueldo de 2.000 euros al mes, pero sí de unos mil, para poder montártelo como autónomo", apuntaba Fernández, sobre un oficio que ocupó un papel fundamental en el pasado, especialmente en el resto de España, mientras que ahora se trata de rescatar del olvido una actividad para generar empleo en una lisiada economía rural gallega.

Pero no solo podrá ser un motor económico principalmente en las comunidades de montes con una actividad sostenible, sino que tiene otras ventajas en el campo de la prevención de los incendios forestales. "Con la presencia del resinero hay una mayor vigilancia de los montes y muchos se lo pensarán dos veces antes de quemar, pero además el resinero se encarga de mantener limpios los montes y de desbrozarlos", apunta Fernández sobre una profesión que no está todavía regulada por la Ley de Montes.

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