Agentes de la Policía Local se vieron obligados a actuar ayer en el mercado de antigüedades de la calle Sierra, que hasta hace tan solo dos fines de semana se celebraba en la Plaza de A Verdura. Los funcionarios municipales acudieron al rastro acompañados por el concelleiro de Régimen Interior, Personal y Patrimonio, Vicente García Legísima, para supervisar el correcto funcionamiento del mismo desde que entró en vigor la normativa provisional que lo regula desde el pasado 29 de noviembre, cuando se produjo su traslado a las inmediaciones de la Plaza de Abastos.

Según estas normas, los puestos no pueden ofrecer artículos que no se consideren antigüedades, como estaba sucediendo hasta ahora, ni ponerlos a la venta en el suelo.

En su recorrido ayer por la mañana, García Legísima y los agentes detectaron la presencia de vendedores que no se ajustaban a la instrucción de la Concellería y que habían extendido sus productos sobre mantas en la confluencia entre la calle César Boente y el arco de entrada a la Plaza de Mugartegui, por lo que se dispusieron a desalojarlos de la zona.

"Ahora pretenden ponerse en esa zona, ya que aquí lo tienen prohibido", explicaban algunos de los vendedores más antiguos del rastro que presenciaron la actuación de los funcionarios.

No fue el único incidente que se registró durante la jornada, ya que una de las anticuarias habituales del mercadillo, Ángeles Búa, se encontró por la mañana temprano con que el lugar que se le había asignado desde el Concello para instalar su puesto en la calle Sierra se encontraba ocupado por uno de los vendedores que no cumplen la normativa. "No lo quería dejar libre y se enfrentó con la Policía y con el concelleiro, pero finalmente tuvo que abandonarlo. Y lo hizo sin recoger la basura que había generado", asegura Búa.

Del temor a la satisfacción

En general, los vendedores se mostraban ayer satisfechos por la labor de control del rastro que se está realizando cada domingo desde su traslado. Pese a que muchos de ellos se encontraban temerosos hace algunas semanas respecto al cambio de ubicación, ayer reconocían que las ventas se habían mantenido y, en algunos casos, incluso habían aumentado.

"Ahora pasa por aquí más gente porque les es más cómodo para pasear. Yo, en particular, prefiero esta ubicación porque somos capaces de exponer mejor los artículos. Aquello (en referencia a la Plaza de A Verdura), últimamente, era un escándalo", afirma Francisco Jiménez, que lleva 25 años vendiendo en rastros de antigüedades.

Por su parte, Francisco Gómez, vendedor desde hace nueve años, cuenta que los vendedores de primera hora son los más expertos, mientras que a medida que avanza la mañana se acercan hasta el mercadillo otros "que simplemente pasean y que ahora encuentran en esta calle más comodidad para curiosear".

Aunque otros todavía echan de menos la Plaza de A Verdura, como Benito Villaverde: "Sí, aquí estamos bien y estamos contentos con el control de los puestos, pero allí nos sentíamos muy cómodos. Era todo más entrañable, más familiar".

Además, se quejan de que la calle Sierra es más húmeda y ya piensan en los días de lluvia. "No sé cómo voy a hacer para proteger el puesto", apunta Ángeles Búa.