El Ártico "actúa como un refrigerador y ayuda a regular las temperaturas globales; si perdiera el hielo, esta región también se quedaría con mucha de la energía recibida y dejaría de enfriar, lo cual provocaría una subida de las temperaturas mundiales". Es una de las ideas clave, la de su decisiva importancia en el cambio climático, que busca recalcar la exposición "El Ártico se rompe".

Abrirá hoy sus puertas en plaza de España, donde podrá visitarse hasta el 10 de diciembre en un espacio que busca recrear el frío ambiente del polo. "En su interior", indican los responsables de la muestra, "será posible descubrir, por ejemplo, por qué no se congelan las patas de los animales, o si el oso polar es en realidad blanco, además de escuchar un cuento inuit-yupik, música sami y un sinfín de cosas más que acercarán a los visitantes al Ártico".

La exposición reúne un centenar de imágenes del fotógrafo de naturaleza Andoni Canela, que viajó por todo el territorio ártico para captar escenas y espacios de este inhóspito e impresionante territorio.

"El objetivo es mostrar la singularidad de los ecosistemas del Polo Norte, detallando el importante papel que juegan en el clima global, así como sus características físicas y su biodiversidad", añaden las mismas fuentes.

Esta divulgación y puesta en valor del Ártico es especialmente importante si se tienen en cuenta datos como los que aporta la organización de la muestra: en septiembre de 2012 "se superó el mínimo histórico de hielo en la banquisa polar. La superficie polar se redujo el 18% con respecto al anterior mínimo, una pérdida que equivale a casi el doble de la superficie de España".

La capa de hielo, que se ha perdido en tres cuartas partes en los últimos 25 años, es hoy la mitad de gruesa que hace unas décadas, de modo que se teme que dentro de treinta años el Ártico "podría quedar sin hielo durante el verano".

De mantenerse esta progresión, a medio plazo el conjunto del planeta sufrirá (si todo el hielo de Groenlandia se derritiese el nivel del mar subiría 7 metros, inundando la mayor parte de playas y zonas costeras) pero si alguien está ya soportando la amenaza es el oso polar. La organización de la muestra destaca que esta especie "se mueve por la banquisa o hielo marino para cazar focas, la base de su alimentación. Pero la superficie de banquisa cada vez es menor: en verano, se funde antes y en mayor proporción. En invierno, tarda más en formarse. La consecuencia es que el hielo marino permanente es cada vez más delgado y frágil. Eso pone en peligro a las propias focas y a otros animales como el zorro ártico, que, en invierno, siguen al oso polar para aprovechar los restos de comida que éste deja atrás".