La presencia de los funcionarios del SVA en el Concello se prolongó trece horas. Al filo de la once de la noche abandonaban Michelena 30 tras examinar más de mil libros encuadernados con facturas de los últimos siete años y cientos de expedientes, muchos de ellos cargados en tres turismos oficiales aparcados a la puerta, curiosamente al lado de unas obras que realiza la empresa de aguas en esa calle peatonal.

Durante toda la tarde los investigadores se dedicaron a analizar la documentación que se les facilitó por la mañana, si bien con la colaboración de todo el equipo económico municipal, más de doce personas. Fue un constante trasiego de funcionarios municipales desde el Archivo de los bajos de Froebel hasta la sede municipal para trasladar la ingente cantidad de material solicitado, hasta el punto de que se llegó a reclamar la ayuda de una brigada de operarios, que utilizó un camión de obras para llevar la documentación de un sitio al otro.

Los primeros efectivos del SVA, dos funcionarios, llegaron a las diez de la mañana, pero poco después de las 13.00 horas otros cinco se acercaron al volante de tres vehículos para comenzar a cargar los expedientes requisados. Caja tras caja y libro tras libro, fueron embarcados en los coches, que abandonaron la zona después de las dos de la tarde, mientras seguía la revisión de papeles en el interior, hasta el punto de que esta labor no se paralizó ni para comer. A las 15.45 horas regresaba uno de los turismos oficiales y diez minutos después dos repartidores de un restaurante de la calle Cobián Roffignac aparcaban sus motos ante la sede municipal y entraban varias cajas de pizza. La tarde transcurrió con menos frenesí público pero el mismo trasiego de coches oficiales que cada cierto tiempo partían cargados de documentos.