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El ingenio nace en las aulas

Seis estudiantes de los colegios SEK y Abrente mostrarán sus proyectos en Galiciencia

Alejandro Da Silva y Carlos Casquero prueban su detector de alergenos con alimentos. // Gustavo Santos

Seis chavales de dos centros de estudio de la comarca de Pontevedra mostrarán su ingenio y su capacidad investigadora en Galiciencia, la mayor feria científica que cada año se celebra en Galicia.

Un sistema automático de detección de alergenos, un modelo de bastón con sensores robóticos para invidentes y una investigación sobre las ventajas evolutivas de los ojos claros son los trabajos que presentarán a la comunidad científica y al público en general cuatro estudiantes del Colegio SEK-Atlántico Internacional de Poio y dos del Abrente de Sanxenxo.

Organizado por el Parque Tecnolóxico de Galicia, Tecnópole, en Ourense, y con el patrocinio de la Dirección Xeral de I+D+i de la Consellería de Economía, el certamen Galiciencia sirve de punto de encuentro para estudiantes de ESO y Bachillerato, que mostrarán sus ideas innovadoras en los estands entre el 18 y el 20 de noviembre en la localidad de San Cibrao das Viñas.

Mejorar la vida de los demás

Beatriz Trillo, profesora de Ciencias del SEK-Atlántico, y coordinadora de los trabajos de los cuatro estudiantes del centro, asegura que conocieron Galiciencia hace tres cursos, y que siempre se han presentado al certamen con alumnos de tercero de la ESO, como Carlos Casquero, Alejandro Da Silva, Enrique Dios y Jacob Frost, "para que todos los alumnos tengan la oportunidad de participar".

"La idea es que presenten algún producto que mejore las condiciones de vida de la gente. Han trabajado en sus proyectos desde septiembre, pero también dedican a ellos parte de su tiempo de fin de semana", aclara Beatriz Trillo.

Galiciencia contó con más de cien proyectos candidatos este año, de los que fueron seleccionados 22 de Primaria y 52 de Secundaria.

Alejandro Da Silva y Carlos Casquero, de 14 y 13 años respectivamente, decidieron crear un sistema de detección de alergenos que funciona con distintivos de colores y que permite al consumidor realizar la compra con la tranquilidad de que no se va a llevar para casa productos a los que pueda ser alérgico. El invento está pensado para personas intolerantes al gluten, a la lactosa, al marisco y a los frutos secos, que serían identificados con el amarillo, el azul, el rojo y el verde, respectivamente.

"Todo comenzó porque mi abuela, que es alérgica al marisco, en una ocasión se compró unas pastillas que le sentaron mal. Si hubiese tenido este detector, no le hubiera ocurrido", explica Carlos Casquero.

"Lo que queremos evitar con este invento es que el consumidor tenga que leerse todas las etiquetas de los productos y los prospectos de los medicamentos. Hacerles la vida más fácil", señala, por su parte, Alejandro Da Silva.

Para la fabricación del mando utilizaron la pieza V3 del kit de Lego para robótica. A este le añadieron un sensor que detecta los colores de los alergenos programados y da el aviso.

Da Silva apunta que para que su idea salga adelante sería necesaria la colaboración de los fabricantes. "Sería muy útil que los supermercados incorporasen este detector en los carros de la compra, para mayor comodidad del usuario, que no tendría que llevarlo consigo".

Casquero va más allá y propone la posibilidad de crear una App para teléfonos, "para que el consumidor la instale en su móvil y la tenga siempre a mano".

Físicamente, su invento está valorado en unos 20 euros, un precio que ambos estudiantes consideran bajo teniendo en cuenta su aplicación social.

Bastón para invidentes

Enrique Dios y Jacob Frost son los creadores del bastón para invidentes con sensores robóticos.

Para ello compraron un bastón para personas ciegas en internet y le acoplaron un soporte para móvil con GPS, una placa Arduino 1, una batería y dos sensores: uno de ultrasonido y otro de color.

"El bastón emite un pitido agudo cuando detecta un paso de peatones y uno grave cuando se encuentra con algún tipo de obstáculo", explica Enrique Dios, que aportó la idea debido a la tradición en su familia de la profesión de oftalmología.

"Creemos que puede ser útil para muchas personas, incluso no invidentes, que tienen problemas de visión a partir de los ochenta años", afirma Jacob Frost.

¿Azules o marrones?

Dos alumnas han estado al frente de la investigación sobre las ventajas evolutivas de los ojos claros, que el Colegio Abrente de Sanxenxo presentará en Galiciencia.

Paula Sánchez y Zulema Martínez, de 15 años y cuarto de la ESO, estuvieron coordinadas por Daniel Guerra, su profesor de Física y Biología.

Lo que comenzó "como un divertido pique" en las aulas con otro docente, recuerda Guerra, terminó con una investigación muy reveladora.

Después de varios experimentos y aplicando la estadística, las estudiantes concluyeron que los ojos de color oscuro ven mejor con una fuente intensa de luz, mientras que los claros se defienden mejor en la penumbra.

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