"Fue una Navidad caótica y triste y mi padre tenía que jubilarse. Como todos los hermanos somos muy lectores, nos pareció que hacía falta una librería en Pontevedra con un aire diferente. El nombre de Cronopios fue idea de mi hermano, porque creyó que estos personajes de Cortázar nos definían como soñadores, locos y, a la vez, desordenados", cuenta.