Mercedes Corbillón está al frente de la librería "Cronopios" desde hace seis años. Ella y sus hermanos trabajaban junto a su padre en la inmobiliaria "Corbi", que cerró sus puertas debido a la crisis, a finales de 2008.

La librera reconoce que se trata de un negocio "muy hermoso y vocacional, aunque no sirve para hacerse rico".

Su consejo a las personas que estén pensando emprender es que "no hay que tener miedo". "Hay que estar preparado para fracasar. Puedes disfrutar de una cosa aunque en algún momento se termine. No hay recetas para que todo vaya bien", afirma.

Ella y sus hermanos contaron con asesoramiento profesional, pero también aprendieron "a trancas y barrancas" en un negocio tan "romántico" como la venta de libros.

Celeste Barros está al frente de una tienda de moda alternativa, Marilyn Coquette, en la zona monumental de Pontevedra. En sus escaparates lucen corsés y otras prendas originales. Es obvio que le gusta la moda y su misma estética así lo demuestra. Viéndola despachar parece increíble que hace poco más de tres años estuviese trabajando en el mundo del motor, primero en un taller, "con monto y todo", recuerda riendo, y después en un concesionario.

"Me equivoqué totalmente. Lo hice mal, muy mal", hace balance de su vida laboral una mujer que estudió Administrativo y Ciencias Empresariales.

"A mí me gusta mucho el mundo del motor. Empecé como recepcionista en un taller y acabé con el mono puesto, como los demás. Era la única mujer y me encargaba de recibir a los coches que traían los clientes. También vendía elementos, como escobillas. De hecho, hicieron un catálogo gracias a mí porque era la que más vendía de toda España de la cadena", explica.

Después llegó el concesionario, de una marca alemana. "Trabajaba en Porriño y me pasaba allí todo el día. Mi hija tenía poco más de un año y apenas la veía. Me dio mucha pena dejar el trabajo, pero fue una cuestión de conciliación familiar. De hecho, sigo teniendo muy buena relación con mi jefe. Él me enseñó todo lo que sé en ventas", reconoce.

Entonces decidió hacerse autónoma y abrir una tienda de moda. "algo que fuese fuera de lo habitual, muy fashion".

Para ello contó con el apoyo de su familia. "Están muy orgullosos de mí", dice.

"Antes lloraba mucho en el baño, en la comida, y eso que los compañeros me trataban muy bien. Ahora soy feliz, pero ser empresaria también es un aprendizaje: tienes que saber bien lo que haces", resume.