Objetos procedentes en algunos casos de los contenedores o de organizaciones de caridad, cientos de quilos de ropa, juguetes, electrodomésticos en desuso... "Cuando se acabó el mercadillo, alrededor de las tres de la tarde, sencillamente pusieron un contenedor en la plaza y lo tiraron todo, ni se molestan en recogerlo", explica un camarero que trabaja en la plaza de A Verdura a propósito de las imágenes que ilustran esta página.

Es una escena que se repite cada domingo en un rastrillo informal que ha provocado incidentes con los hosteleros y clientes; el más reciente, la denuncia al propietario de un establecimiento que pretendía instalar su terraza a mediodía del pasado domingo.

Álvaro Ibaibarriaga, el hostelero denunciado, recibirá hoy la comunicación oficial de su sanción. A falta de esa confirmación explica que "no me dieron la denuncia, me dijeron que sería el martes, que no estaban abiertas las oficinas, ni me abrieron la puerta sino que me lo dijeron por el microfonillo; luego volví e insistí, salió un policía y comentó que la denuncia era por desobediencia a la autoridad y que la multa son 600 euros".

Es uno de los que reclama que "los vendedores, como el resto de los ciudadanos, cumplan la legislación y estén dados de alta, no es normal que los que realmente pagamos no tengamos protección y a ellos se le den ese tipo de favoritismos".

Los hosteleros piden una normativa que determine qué productos deben venderse y señalan a los objetos antiguos y vintage "como los que se vendían inicialmente en este mercadillo, que era muy interesante y al que venían también anticuarios de Portugal, que han dejado de instalar sus puestos" al degradarse el mercadillo, indica José Doval, propietario de un bar ubicado en la plaza.

Es uno de los profesionales que reconoce que "son tiempos difíciles y todos tenemos derecho a buscarnos la vida, pero es triste que pague 1.550 euros al año por colocar mis veladores y que en el sitio donde debería colocar 6 meses se esté vendido ropa usada y otros productos de muy dudoso origen".

A solo unos metros, un feriante que prefiere no ser identificado explica a FARO que "llevo vendiendo aquí un año, a mi me gusta esta plaza, si nos dejasen aquí estaría bien pero no se si funcionará un traslado".

Coincide con los hosteleros en la necesidad de una normativa. "Nos gustaría por ejemplo que en vez de vender todo por el suelo la gente tuviese que poner una mesas, que todo estuviese un poco regulado y poder llamar a la policía cuando hay problemas".

Reconocen que "el mercadillo ha degenerado, yo en mi caso vendo cosas de 25 años para atrás, también de 30 o 40, pero es que ahora traen ropa, teléfonos móviles, cosas electrónicas que no valen para nada y que encuentran en los contenedores de basura, si usted recorre Pontevedra los verá con el ganchito y con carros para las recogidas de los contenedores".

También reclaman que se señalicen las ubicaciones de los puestos y una mejora en la presentación, "con los productos sobre mesas y no todo tirado por el suelo".

Esta imagen "hace que muchos clientes ya no vengamos el domingo, primero porque no hay nada que ver, la mayoría son productos que no valen, pero además porque a veces te sientes intimidado por los gitanos rumanos", indica Alberto Conde, que en la mañana de ayer compartía mesa con su familia y amigos en una terraza de A Verdura.

Es uno de los grupos de clientes que se preguntaba "cómo se puede permitir esa imagen de abandono en una capital de provincia y precisamente frente a la Casa da Luz donde se informa a los turistas"

Los hosteleros abogan, asimismo, por determinar claramente un horario de venta. "A las dos de la tarde tendrían que salir pero ayer (por el domingo) eran las tres y todavía estaban aquí y no nos hacían ni caso", señala a este respecto José Doval, que lamenta que "en días clave como el del domingo se pierde de ganar dinero, al cabo del año son 52 días, y de nuevo comprendo que hay mucha crisis pero no estaría mal pensar en una ubicación donde no molesten a nadie y puedan vender tranquilamente".

Es una sugerencia con la que coincide el actual concejal de Mercados, Vicente García Legísima, que ha propuesto el traslado del mercadillo a la calle Sierra, una opción con la que están en desacuerdo la mayoría de los vendedores, que temen que perderán numerosa clientela con el cambio.