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Los actuales dueños de las confiterías Capri dicen que seguirán usando la marca porque no está registrada

Los empresarios aseguran que todavía negocian la entrega de las llaves del antiguo local

Julián Vidal Gago y Joaquín Otero Montes, ayer, en la pastelería Capri de García Camba. // Rafa Vázquez

Joaquín Otero Montes y Julián Vidal Gago, los dueños de las dos confiterías Capri que están en funcionamiento actualmente en Pontevedra, aseguran que todavía están negociando con la antigua dueña de la pastelería, María Luisa Fuertes Veiga, viuda de uno de los fundadores, la entrega de las llaves del primer local. Además, dicen que la marca Capri nunca ha estado registrada, por lo que piensan seguir utilizándola en sus dos negocios.

Un día después de la concentración que los trabajadores de la primera confitería realizaron ante la sede original, ambos empresarios, creadores de la Sociedad Limitada Capri Confiterías de Pontevedra, explicaron ayer a este periódico que nunca se han negado a entregar las llaves a Fuertes Veiga y que, "de hecho, hemos mantenido una reunión hace diez días, pero hubo unas diferencias y seguimos negociando".

Según Joaquín Otero, estas diferencias serían relativas a "cuestiones de utillaje", como moldes y otros artículos que se encontraban en la primera pastelería, que él y su socio tuvieron en alquiler hasta hace unos meses y durante 14 años.

Respecto a la marca "Capri", Otero y Vidal afirman que la hija de María Luisa Fuertes, "intentó registrarla en enero, cuando todavía estábamos negociando la renovación del contrato, que no imaginábamos que nos iban a rescindir". "Nosotros impugnamos y está en litigio", indican, para añadir que su intención en seguir usándola en sus locales de García Camba y la Plaza de San José.

Otero y Vidal dicen que a ellos no les fue comunicado que no se les renovaba el contrato "hasta que faltaban tres meses". A partir de ahí, según sus palabras, comenzó una carrera contrarreloj para poner en marcha otro obrador de pastelería, el que han abierto a principios de octubre en García Camba.

"Anduvimos a cien por hora porque a ello se sumó que cinco trabajadores, que son los que ahora quieren retomar la pastelería en el local primitivo se fueron y con los 11 restantes que nos quedaban no podíamos poner en marcha un obrador", señala Joaquín Otero, que indica que ellos han seguido pagando los meses de alquiler hasta ahora, "aunque nos han devuelto los recibos".

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