Los trabajadores de la primera confitería Capri se concentraron ayer ante el que fue el antiguo local de la pastelería, en la calle García Camba número 9, para mostrar su malestar con los que entre 2001 y 2015 han sido los arrendatarios del negocio, que en la actualidad mantienen abiertas dos cafeterías bajo idéntico nombre, en el centro de Pontevedra.

El objetivo de la concentración fue exigir la devolución de las llaves de las instalaciones primitivas, así como defender y recuperar la marca "Capri", que se llevó el arrendatario a sus nuevos negocios en la ciudad. Pretenden reiniciar la actividad pastelera en su ubicación tradicional con los que fueron sus últimos trabajadores y con la hija de los fundadores a la cabeza, María Luisa Prieto. "Queremos volver a los orígenes de Capri, que se basa en la artesanía y lo tradicional", dicen convencidos. "Somos seis familias que estamos en la calle esperando a que se entreguen esas llaves", subrayan.

Acompañados por María Luisa Fuertes Veiga, de 91 años y propietaria de la pastelería fundada en 1963 junto a su marido, Arturo Prieto Salvadores, ya fallecido, los seis últimos empleados del primer local de la marca contaron también con el apoyo de otros ya jubilados.

El conflicto comenzó el pasado 1 de julio, cuando terminó el contrato de arrendamiento iniciado en el 1 de julio de 2001 a una sociedad formada por Joaquín Eugenio Otero Montes y Julián Vidal Gago. "Con meses de antelación se les comunicó que el contrato no se les iba a renovar y que iban a ser otras personas las que se iban a hacer cargo de la confitería", explica Menchu Collado, portavoz de los trabajadores.

"Cuando llegó el momento de entrega de las llaves, no lo hicieron, de ahí que los dueños originales se hayan tenido que embarcar en un proceso judicial", añade.

Preservar los empleos

María Luisa Fuertes Veiga asegura que el motivo por el que se decidió a alquilar el local fue porque se acercaba el momento de su jubilación: "Como no quería que ningún empleado se quedase en la calle, busqué esa alternativa en 2001, que alguien se hiciese cargo del negocio; lo que no imaginaba era que iba a ocurrir esto".

Tras hacerse cargo de la pastelería primitiva, los dueños provisionales abrieron otro local, en este caso también cafetería, en la Plaza de San José. Asimismo, el pasado 9 de octubre inauguraron otro de características similares en la misma García Camba, aunque en el número 4.

"Cuando abrieron este último, ya finalizado el contrato de arrendamiento, entendimos que nos deberían entregar las llaves, pero no ha sido así, por eso nosotros queremos desvincularnos públicamente de la actividad profesional y comercial realizada en estos locales, ya que los trabajadores del obrador, así como del despacho, cesaron voluntariamente de su puesto de trabajo antes de tal fecha", asevera Menchu Collado.

El nombre "Capri", siglas de Confitería de Arturo Prieto, su fundador, es otro de los motivos de disputa, ya que su viuda quiere recuperarlo para que su hija y los que fueron sus últimos empleados puedan poner en marcha el negocio en su ubicación antigua. "Es Capri desde 1963, no desde 2001. María Luisa alquiló el local la industria con el nombre, pero eso finalizó en 2015 y ahora está en su derecho de recuperarlo", apunta Menchu Collado.