Hace más de cinco años que a Marga Pazos le hicieron una mastectomía a causa de un carcinoma. Esta pontevedresa, que sonríe durante la mayor parte de la entrevista, insiste en enviar, con motivo del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, que se celebra cada 19 de octubre, un mensaje positivo a todas aquellas personas que puedan estar pasando por lo que ella pasó en su momento. Asegura, convencida, que de la mala experiencia se queda solo con lo mejor: "me ayudó a encontrarme conmigo misma". Ahora, desea mostrar sus cicatrices físicas ante la cámara para que "se normalice la situación de tantas y tantas mujeres".
-¿Se atreve a decir que todo ha terminado ya?
-Me citan cada seis meses para revisiones y todavía me están reconstruyendo el pezón, donde me están inyectando ácido hialurónico.
-¿Qué balance hace?
-Positivo. Tengo días, claro que tengo días. Pero lo importante es ser positivo.
-¿Por qué a todas las mujeres que han pasado por un cáncer de mama les hace ese 'click' en la mente?
-Mucha gente que pueda leer este artículo puede pensar que yo tengo la suerte de estar viva, pero yo pienso que hay avisos. Tú no te cuidas, trabajas, vienes, vas... Tienes un disgusto y te metes en cama como si se acabara el mundo... Eso pasa y pasa, y un buen día te das cuenta de que eran como cartas que te avisaban.
-¿Está culpando al estrés?
-Sinceramente, a mí me cambió la vida. Yo creo que había algo que no estaba haciendo bien. Para mí los demás eran siempre lo primero y después de esto te das cuenta de que tienes que emplear tiempo en ti: en el tratamiento, en estar bien, en luchar... Sí o sí, toda persona que pasa por este trance tiene que pararse y reaccionar.
-Además, era muy joven cuando se lo diagnosticaron...
-Tenía 36 años. Yo no tenía antecedentes, era deportista, no fumaba, había dado pecho... Pero hay cosas que no se pueden entender. A mí de lo que me valió todo esto fue para replantearme un montón de cosas.
-Ahora me da la sensación de que se culpa a sí misma...
--No es culpa, pero sí que echando la vista atrás me digo: "qué buena era para todo el mundo y qué mala era para mí". Yo soy ama de casa, y no me permitía ni sentarme a tomar un café. Parecía que tenía ocho empresas. Ahora lo pienso y creo que me faltaba un tornillo (risas).
-Ya era madre por aquel entonces...
-Mi hija tenía 16 años y mi hijo 11. Mi marido estaba embarcado.
-Muy duro, entonces...
-Todos tenemos una fuerza interior que tira de nosotros.
-¿Cuándo supo que tenía cáncer?
-Un día, paseando con mi perro sentí un tirón y noté algo en el pecho toda la noche. Fui a Urgencias porque sentía algo duro y me dolía. Me hicieron una exploración pero me dijeron que no veían nada. Me remitieron a Cirugía y me estuvieron revisando cada tres meses. A los seis meses yo notaba algo duro. Fui también a revisiones por la sanidad privada y fue ahí donde me aconsejaron hacer una biopsia. Finalmente, accedieron a hacérmela en el Hospital Provincial. El día que me lo comunicaron no me lo esperaba para nada.
-¿Cuál fue el diagnóstico?
-Era un carcinoma de grado cero, pero el conducto mamario estaba plagado de células de alto riesgo, de las peores.
-Difícil de asimilar...
-Yo respondí: "bueno, vale, sí". Y la médica me dijo que querían operar cuanto antes. Cuando salí de allí y me senté en el coche y vi el reflejo de mis ojos en el espejo, pensé: "¡Dios mío, mis hijos!". No sabía cómo decírselo a ellos ni tampoco a mis padres. La que peor lo llevó fue mi madre, que empezó a llorar. Mi marido, que estaba fuera, se vino inmediatamente.
-¿Y el día de la operación?
-Ese día recé mucho. Yo soy creyente, no de curas y santos, pero sí que creo. Yo pedía: "quiero quedarme, quiero quedarme..." Me hicieron la mastectomía y esa misma noche ya me vi la zona porque se me cayó el vendaje, pero no me supuso ningún trauma.
