Los profesionales de la sanidad vivirán en los próximos años tiempos complejos, derivados del gran desarrollo tecnológico, que plantea retos hasta ahora desconocidos, pero también de la nueva relación médico-paciente, inclusive los menores, que pasan de ser objetos de protección a sujetos de derechos. "Es la gestión de la complejidad y de ahí surge la bioética", explica Montserrat Esquerda Aresté, directora del Institut Borja de Bioética.

Esta pediatra especialista en bioética y derecho fue invitada por la Sociedade de Pediatría de Galicia para clausurar su congreso, que reunió en Pontevedra durante ese fin de semana a alrededor de 200 especialistas y que dedicó su despedida a analizar la competencia del menor maduro en la toma de decisiones sanitarias.

Se trata de temas extremadamente complejos, como recordó al incidir en que "hablar de ética al final la vida no es hablar de eutanasia sino de como queremos morir, y es que uno de los problemas de la bioética es que nos referimos a conceptos que sacados al azar los profesionales podemos verlos como una injerencia, por ejemplo cuando nos preguntamos en qué contexto debemos tomar decisiones con el menor maduro".

Antes de ahondar en cómo y en qué condiciones debe consultarse al mejor, se refirió a los estudios realizados por aseguradores estadounidenses sobre las demandas presentadas contra cirujanos en estados Unidos. Se estima que 100 de cada 10.000 pacientes tendrán secuelas graves, pero solo 2 denuncian. ¿Por qué? Se preguntó la especialista "porque no presentan demandas solo por haber sufrido una secuela" sino por aspectos relacionados con la comprensión y las explicaciones al paciente.

Así, los cirujanos menos demandados dedicaban mas tiempo a las visitas o hacían más aclaraciones, mientras que los que contaban con más querellas eran considerados menos empáticos y menos interesados en sus pacientes, en hacerse entender y entender sus preocupaciones. También eran considerados más fríos emocionalmente.

Como antídoto y como claves para afrontar los nuevos escenarios en la relación médico-paciente, la experta planteó cuatro claves: sensibilizar, cambiar actitudes, informar y, finalmente, mejorar las estrategias de pensamiento.

Sensibilizar porque "a pesar de que hay estudios que prueban que el niño si participa en la toma de decisiones colabora más, tiene más sensación de control, menos estrés y en general se mejora el control de la enfermedad, a pesar de que existe esa evidencia científica de que mejora su salud en la práctica no se da esa participación, en ningún país".

A adolescentes crónicos y graves se les preguntó qué demandan de los profesionales y respondieron que respeto y veracidad (que los tomen en serio, que se admitan los errores, recordó la experta), control y confianza ("que el profesional pare si ya no aguanta, y verdad porque cuántas veces le habremos dicho al niño que el pinchazo no duele, cuando si lo hace", detalló) y el cuidado y la cercanía, es decir conocen al paciente y sus intereses.

A propósito de la segunda clave, el cambio de actitudes, destacó que "requiere una mejora de las habilidades relacionales y comunicacionales, a los médicos se los forma en las ciencias duras pero en la práctica clínica han de intentar comprender a sus pacientes y en ese lado blando esas ciencias no sirven de nada, lo básico y transversal en la profesión es ese aspecto".

A mayores los adolescentes y sus familias son diversos, de modo que hay que ser capaz de comunicarse con diferentes perfiles, relacionarse y gestionar diferentes tipos de valores.

El tercer paso es incrementar los conocimientos sobre cómo explorar las competencias del menor. Hay una progresión que es capaz de medirse y, recordó Montserrat Esquerda, la nueva ley establece "a partir de los 12 años el derecho a ser escuchado para las decisiones graves ya los 16 se corrobora la mayoría de decisión sanitaria, salvo casos de gravedad en los que deciden los padres".

A mayor gravedad de la decisión, "la competencia exigida ha de ser mayor, las decisiones irreversibles y de gravedad no pueden tomarlas los adolescentes; al contrario que las decisiones leves en las que podríamos aceptar mayor margen de error".

Tras recordar las recomendaciones del Colegio de Pediatras de Inglaterra (informar al menor a cualquier edad, escucharlo aunque finalmente no se opte por lo que él pretendía, incluir sus opiniones en la toma de decisiones y considerar al menor competente como el principal decisor) la experta habló de la importancia de mejorar las estrategias de pensamiento y a lo que llamó "médicos con ángel".

Se trata de un concepto que acuñó la periodista Tatiana Sisquella: "Un médico con ángel es una persona que cura antes de comenzar el tratamiento, es un doctor que escucha y se deja sorprender por tus preguntas. Cuando te habla lo hace imaginándose que él es el paciente y no da por sabido ni obviado nada de lo que te puede inquietar. No se cansa de contestar los mismos interrogantes y siempre encuentra un momento para hablar de algo que no es el motivo de la visita . Los médicos con ángel no dicen mentiras, pero saben cómo potenciar las buenas verdades..." Antes de fallecer de cáncer, a sus ángeles (a los que reconocía solo con poner un pie en la consulta) les enviaba un beso.