El lugar de Hervés, en la parroquia de Troáns, es un lugar tranquilo. Tras desviarse en la N-640 a la altura del kilómetro 221 se llega al camino que lleva al punto en el que ayer perdía la vida un trabajador y otros dos resultaban heridos. Una fila de coches en el arcén de la carretera advierte de que algo excepcional había ocurrido.

Una patrulla de la Policía local cortaba el paso a los posibles curiosos, aunque teniendo en cuenta lo alejado de la zona tan solo se acercaron a trabajar los efectivos sanitarios, de seguridad y la prensa.

Bajo el fuerte sol del mediodía, los voluntarios de Protección Civil cuidaban de que a los compañeros de los trabajadores afectados no les faltase agua. Los operarios se encontraban sin palabras y apenas hablaban entre ellos apenados por lo sucedido. Caminaban alrededor de sus todoterrenos o se sentaban en su interior. Alguno hablaba por el teléfono móvil. Muchos de ellos no pudieron evitar contener las lágrimas por el fallecido y los heridos.

Lo cierto es que nunca había tenido lugar ningún accidente laboral de este tipo en la zona, por lo que a la pena se unía la sorpresa.

Llevaban varios días

Tras el cordón policial, varios vecinos observaban el trabajo de los equipos sanitarios y de seguridad. También sin mediar palabra.

María del Carmen, una de las vecinas que trabaja la finca en la que sucedió el accidente, se alejaba ayer con rostro triste. Confesaba, en una conversación informal, que seguía sin creer que algo así pudiese haber ocurrido.

"Creo que ya llevaban dos días por aquí. El otro día estuvieron allí, más abajo. Y la verdad es que iban muy bien. Muy espabilados", aseguraba la mujer, que el día anterior había retirado por precaución las ovejas de la finca para que los animales no se asustasen y facilitar el trabajo a los operarios.