-¿Publicar con Planeta es estresante?

-No. Estar en Planeta es fantástico. El equipo humano que te rodea es abrumador. Todos trabajan para que la novela sea un éxito. Es un trabajo pausado.

-¿No le dicen nunca "Manel, ya estás tardando en presentar algo nuevo"?

-No, no. Planeta es un monstruo, pero yo estoy en el sello Autores Españoles e Iberoamericanos, en el que estamos dos docenas de escritores, y en una posición comodísima. Tengo una absoluta libertad creativa. Yo manejo mis tiempos.

-Tanto es así que ha prescindido del reloj?

-Sí, así es. (Risas). He prescindido de dos cosas: de llevar reloj y de llevar traje y corbata cuando ejercía la abogacía. Ahora soy dueño de mi tiempo. Yo tengo dos niños pequeños y tengo la suerte de verlos crecer, excepto cuando estoy aquí encerrado en una fase de escritura brutal en la que no tengo tiempo para nadie. Tengo suerte de que me llevo estupendamente con mi jefe y que me da vacaciones cuando yo se las pido.

-Sí que está ocupado, porque hace unos días publicaba en Facebook que no era capaz de atender a esta red social...

-Es uno de mis pequeños grandes fracasos. Me di cuenta de que las redes sociales son unas auténticas devoradoras de tiempo. Si realmente quieres interactuar con todo el mundo tienes que dedicárselo. Mis cálculos eran de cinco horas diarias a atender redes sociales, escribir y vivir. Al final, me di cuenta de mi limitación y me he quedado con Twitter, que es mucho más dinámico. No quería que la gente pensase que no le quería contestar y por ello lo abandoné, porque no quiero parecer un soberbio ni quiero dejar de ser quien soy: solo un tipo de Pontevedra que cuenta historias y que es capaz de ser oído por miles de personas.