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José Miguel Castro: "Son tan víctimas del sistema educativo actual los niños como los profesores"

El experto participó en Pontevedra en un ciclo sobre nuevas propuestas pedagógicas

José Miguel Castro, ayer en el Pazo da Cultura. // Gustavo Santos

-¿En que beneficia al educador cambiar su rol en el aula?

-Están encantados y felices de encontrar este nuevo rol porque no solo les permite a ellos descubrir que son creadores, sino que se dan cuenta de que todos sus alumnos tienen esa capacidad.

-¿Se ha puesto en marcha en Galicia este tipo de educación?

-Tengo constancia de que en A Coruña y Lugo se ha iniciado.

-¿Tiene alguna relación este método con la educación en casa?

-No estoy nada de acuerdo con la educación en casa, para mí, tiene todas las desventajas de la educación tradicional y de la propia educación en casa. La educación se puede dar en múltiples lugares, dependiendo de las necesidades de cada niño. El aprendizaje debe hacerse desde la propia necesidad, curiosidad.

-¿Cómo se pueden materializar las diferentes materias en el aula?

-Las posibilidades de materialización son diferentes en cada lugar. Dependen de las personas: de los niños, los profesores, los medios... No es un modelo rígido.

-¿Se utilizan libros en estas aulas?

-Podemos tener muchísimos libros, pero casi nunca libros de texto.

-¿Hay deberes para casa?

-No hay deberes, hay quereres. (risas). Cuando el aprendizaje se hace desde el entusiasmo, no hace falta empujar a nadie a aprender lo que está deseando aprender. Cuando se hace de esta manera, el aprendizaje le lleva a lugares insospechados.

-¿Qué opinan los actuales estudiantes de magisterio?

-Ellos no son formados en esta línea. En las escuelas les enseñan a programar, a evaluar... Por ello lo reciben con impacto en un primer momento, porque les digo todo lo contrario a lo que están estudiando. Después llega la decepción, porque piensan que todo lo que han aprendido no les va a servir para nada, porque no se sienten con herramientas para afrontar la educación. La mayoría de los que han sido profesores en una escuela universitaria durante años reconocen que sus estudios previos les sirvieron de poco.

José Miguel Castro considera que en el proceso educativo hay que asumir que todas las personas son diferentes, diferencias que deben ser expresadas. El profesor participó estos días en el curso "Propostas Pedagóxicas Innovadoras. Ensinar e Aprender Hoxe", organizado por la Universidade de Vigo en el Pazo da Cultura de Pontevedra con la intención de acercar al alumnado de magisterio nuevas opciones en el campo educativo.

-¿Es consciente de que se encuentra en una ciudad cuyo modelo se inspiró en el libro "La ciudad de los niños", del pedagogo Francesco Tonucci?

-Sí, claro. Tonucci y yo somos amigos. Nos conocemos desde hace muchos años.

-¿Comparten la misma visión de la educación?

-Pues en algunas cosas sí y en otras no. Comparto su trabajo profundo en relación con la transformación de las ciudades y la inclusión de espacios para los niños.

-Su intervención en el curso de la Universidade de Vigo trata de la educación creadora. ¿En qué se basa?

-Los principios de la educación creadora están inspirados en el trabajo de Arno Stern, que se basan en que hay que trabajar asumiendo que todas las personas son diferentes creando espacios para que estas diferencias se puedan expresar. Esto parece algo lógico, y todos lo asumimos. Sin embargo, nuestro sistema educativo lo niega radicalmente porque agrupa a los niños por edades y les impone un programa común que tienen que realizar en un tiempo idéntico y con los mismo materiales.

-Es decir, que se prescinde de esas diferencias...

-¡Claro! Cada persona hace las cosas a su ritmo personal y tiene necesidades diferentes e intereses concretos.

-¿Cómo se puede solucionar esto?

-Para cualquier aprendizaje, cualquier actividad, trabajamos con grupos en los que hay niños, adolescentes, ancianos... Son grupos en los que todos se sienten diferentes y se sienten con el derecho a expresar su diferencia. Como se anula la comparación, nadie va a competir. Por lo tanto, no se establecen líderes ni seguidores.

-¿Sería posible poner en marcha este tipo de educación en el sistema público?

-Pues de hecho ya lo estamos haciendo en España. En escuelas tanto públicas como privadas se están llevando a cabo experiencias en este sentido.

-¿De qué modo?

-Aplicando el segundo de los principios de la educación creadora, que es el juego, en el sentido profundo del término. Esto implica mucho aprendizaje pero no necesariamente enseñanza. Nosotros entendemos que el juego va desde dentro impulsado por una conexión emocional con algo externo. Cuando se hace algo con pasión, con entusiasmo, conlleva el verdadero aprendizaje.

-¿Este tipo de aprendizaje se puede aplicar a todo tipo de disciplinas? La Historia, las matemáticas...

-Claro, Claro. Lo estamos haciendo con temas que preocupan mucho a las familias. Los niños aprenden a escribir y a leer en un medio alfabetizado a pesar de todo lo que se hace con ellos. Para nosotros trabajar, jugar y aprender son sinónimos, porque van unidos.

-Habrá mucha gente escéptica sobre este método...

-No, lo cierto es que no y es porque el panorama educativo ha cambiado y la sensibilidad de los educadores también. Hace quince años este discurso sentaba mal en la escuela, no era bien recibido. Pero el mismo discurso hoy es bien recibido y con gratitud porque devuelve un rol a los educadores mucho más satisfactorio que el que tienen actualmente.

-Son educadores que recibieron una formación estricta...

-Efectivamente. Y el sistema tradicional les ata un poco las manos. Son tan víctimas del sistema educativo actual los niños como los profesores. De hecho, el tercero de los principios de la educación creadora habla del rol del educador, que ya no es de ejercer el poder, sino de ponerse al servicio de las necesidades concretas que presenta cada niño en cada grupo. Requiere flexibilidad y formación.

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