El cadáver de Agnieszka Ewa Czarnecka, la mujer polaca de 34 años desaparecida el pasado viernes en las proximidades de la Uned, fue localizado en la tarde de ayer bajo el puente de Monte Porreiro apenas unos minutos después de que se pusiera en marcha una búsqueda organizada a la que se habían sumado agentes de la Policía Nacional y Local, efectivos de Protección Civil de Pontevedra y Sanxenxo, y familiares y vecinos de la desaparecida, que residía en la parroquia sanxenxina de Vilalonga.

El cuerpo fue localizado entre unos grandes matorrales próxima al sendero fluvial del Lérez, pero en una zona de difícil acceso y con nula visibilidad desde ese paseo, lo que impidió que la mujer fuese localizada durante las batidas anteriores. De hecho, fue necesaria la presencia de los Bomberos para recuperar el cadáver. Las tareas se prolongaron durante un par de horas.

Fuentes de la Policía Nacional precisaron durante la tarde de ayer que el cadáver no presentaba signos externos de violencia más allá del golpe contra el suelo, si bien se mantiene una investigación abierta para esclarecer todas las circunstancias de este suceso, a la espera también de conocer el resultado de la autopsia.

Esta mujer de origen polaco, conocida como Aga, que hablaba perfectamente castellano y residía en Vilalonga, había desaparecido en la tarde del viernes sobre las 18.00 horas, cuando dejó a su esposo, su suegra y su hijo de 9 meses en Pontevedra y acudió con su coche a Monte Porreiro para realizar un examen de alemán en la Uned, al que no llegó a presentarse. Su esposo, Juan Carlos González, denunció la desaparición sobre las 22.00 horas del mismo viernes al ver que no regresaba a recogerlos, y admitía entonces que Aga atravesaba una etapa de depresión.

El vehículo fue localizado en la madrugada del sábado cerca del lugar donde apareció el cadáver, sin signos anormales y horas después los Bomberos recorrieron el Lérez en busca de la mujer, sin éxito. Por ello, ayer se estableció un amplio dispositivo, convocado de forma profusa por las redes sociales, que reunió a numerosos voluntarios, muchos de ellos procedentes de Sanxenxo. Nada más aparecer el cadáver se sucedieron las escenas de dolor entre los más allegados,