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La Universidad explora la historia de Marte

La investigadora Carolina Gil estudia la influencia de la reacción de la pirita con el agua en los ambientes sin oxígeno del planeta rojo para conocer su evolución geoquímica

La autora del estudio, Carolina Gil, en los laboratorios de Ciencias del Mar, en el campus.

Grandes tormentas de polvo barren su superficie y la temperatura oscila entre los -140 y los 20ºC, pero el planeta rojo y la Tierra también tienen muchas similitudes. No en vano, el Marte español, como ya se conoce popularmente a la zona de Río Tinto, en Huelva, atrae desde hace años a investigadores de la Nasa para preparar misiones y realizar investigaciones. Uno de los metales que comparten ambos ambientes es la pirita, sobre la que centra sus estudios la investigadora viguesa Carolina Gil Lozano para obtener nuevas respuestas sobre la evolución marciana.

Su tesis, con mención internacional, ha sido codirigida por el profesor Luis Gago Duport, del departamento de Geociencias Marinas, y Alfonso Fernández Dávila, un brillante exalumno que trabaja desde 2006 en Centro de Investigación Ames de la Nasa, en California. Ambos mantienen una fructífera colaboración que ha permitido a la Universidad de Vigo formar parte de estudios de referencia internacional sobre los biominerales de Marte.

Licenciada en Ciencias del Mar, Gil estudia la reacción de la pirita en contacto con el agua y su influencia en los ambientes anóxicos -sin oxígeno- del planeta rojo. "Esta reacción da lugar al agua oxigenada, que al descomponerse genera oxígeno. Además de estudiarla en el laboratorio he realizado modelizaciones a largo plazo, a escalas de 100 o 500 años, para determinar sus implicaciones en el sistema: qué minerales se originan, cómo varían las condiciones de PH del agua o la evolución geoquímica. En Marte, todos los minerales están oxidados y existen muchas hipótesis sobre ello. Estos estudios suponen una nueva vía para explicar qué pudo generar esa oxidación en el pasado. El óxido de hierro o el sulfato, por ejemplo, pueden venir de este tipo de reacciones ", explica.

Gil realizó sendas estancias en el Centro de Ciencias Planetarias y Espaciales de la Universidad de Arkansas -el profesor Vicent Chevrier formó parte del tribunal ante el que defendió su tesis el pasado viernes- y en el Centro Ames de la Nasa.

Tras el verano, su próximo destino será el Centro de Astrobiología de CSIC-INTA en Madrid, donde trabajará junto a Alberto González Fairén, uno de los investigadores españoles implicados en la misión del Curiosity, el robot que explora el planeta rojo desde 2012.

"Prácticamente todo lo referente a Marte es nuevo, es un campo amplísimo para proponer ideas. Una de las líneas de futuro sería estudiar el efecto de la unión de varios minerales primarios y ver cómo evolucionan. Las muestras que se han conseguido a través de las misiones son muy limitadas, así que la mejor manera es realizar los estudios con los minerales que tenemos en la Tierra", apunta.

"Todavía está por definir mi proyecto como postdoc en el Centro de Astrobiología, pero podría estudiar cómo se comportaron distintos minerales en el pasado de Marte, tanto a temperaturas bajo cero como más elevadas. Se barajan muchas hipótesis sobre las condiciones que existían", comenta.

Carolina Gil reivindica estos estudios: "Entender mejor cómo fue su evolución ayuda también a ampliar el conocimiento sobre la de la Tierra y el propio universo. La investigación planetaria carece de una aplicación tan directa como la biomedicina pero tiene su importancia".

Con ella, se amplía la contribución de la Universidad de Vigo al interés de la comunidad científica por desvelar los misterios que rodean a Marte. Gracias a uno de los artículos de Fernández Dávila y Gago Duport aparecido en Nature, y en el que también participó González Fairén, ya sabemos que, en algún momento de su pasado, el planeta estuvo surcado por océanos similares al Mar Muerto. Y ahí está el incansable Curiosity en su búsqueda de nuevos datos que ofrecer a los investigadores.

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