Tras años mutilada, la estatua de Colón recuperó ayer parte de su aspecto original después de que los especialistas colocasen la mano sintética realizada en la Escuela de Restauración. Se completaba así un largo proceso iniciado hace tres años, cuando un arrepentido entregó a FARO una mano de Colón que se desprendió del monumento hace más de tres décadas durante una travesura escolar.

En la mañana de ayer el Concello llevó a cabo los trabajos de inserción de la mano izquierda, una réplica de la que FARO hizo llegar al Concello fabricada en resina epoxídica.

Se trata de un material de escaso peso y con un excelente comportamiento ante las inclemencias meteorológicas.

Con la colocación de la réplica se completaban las labores de limpieza y restauración realizadas en el monumento situado en los jardines de Las Palmeras. Este proyecto incluyó la eliminación del líquenes, sales, humedades y excrementos de aves así como una labor de consolidación de la superficie de la estatua "muy deteriorada por el paso del tiempo y los agentes atmosféricos y contaminantes", señalan desde el Concello.

Los portavoces municipales indican además que los trabajos incluyeron la prueba "de tres tipos de materiales hidrofugantes" para comprobar cómo responden en la protección del monumento.

En la intervención realizada en la escultura, coordinada por el arqueólogo del Concello, Xoan Carlos Castro, participaron el director da Escuela de Restauración e profesor de Modelado, José Antonio Quinteiro, la profesora Cristina Montojo, la restauradora de la firma Tomos, María del Mar Sobrino, y alumnos de Restauración.

La nueva mano sustituye a la que fue derribada por una mochila escolar durante el curso 1981-1982. Los alumnos de Restauración realizaron la réplica durante el pasado curso, en un trabajo coordinado por la profesora y experta en Escultura Cristina Montojo Santos.

Los estudiantes realizaron un molde y posteriormente llevaron a cabo pruebas sucesivas hasta que una de las piezas, en resina epoxídica con primal y polvo de mármol, se consideró la idónea para ser integrada al monumento. No fue, como reconoce la profesora, un reto fácil "ya que se trata de emular con material sintético una piedra natural".

El resultado es una pieza idéntica "en forma y color" a la que fue arrancada del monumento.

Por su parte, la mano que fue arrancada de la escultura por una mochilla, que el entonces adolescente guardó durante tres décadas y que, ya adulto, decidió entregar a FARO para que la hiciese llegar a la administración, no era la original del monumento, como demostraron los análisis químicos y las fotografías antiguas de la obra.

Además su elevado peso hacía más que previsible que volviese a caerse en breve y sometería a la escultura a una excesiva tensión.

De hecho, durante años la mano se rompió una u otra vez (por la colocación de banderas conmemorativas o simplemente por las inclemencias del tiempo, entre otros factores) así que técnicos y gobierno local estuvieron de acuerdo en la idoneidad de realizar una réplica.

Se evitaba así también otro factor: la necesidad de utilizar anclajes para unir la mano al monumento, evitando en lo posible realizar agujeros y otros trabajos invasivos.

Colaboración de instituciones

Los alumnos de Restauración concluyeron hace meses, antes del pasado verano, la réplica, y el final de los trabajos de mejora del monumento solo estaba pendiente de la colocación. Los portavoces municipales indican que esta última fase se retrasó "por las vacaciones escolares y porque era necesario contar con las condiciones meteorológicas favorables".

También inciden en que la Concellaría de Patrimonio Histórica valora muy positivamente la intervención realizada, "no solo por le resultado final que es moi fácil de percibir, sino sobre todo por el ejemplo que supone de colaboración entre instituciones, que permitió desarrolla una actuación en varias fases: primero mediante el estudio histórico realizado por el Archivo municipal; a continuación el estudio de análisis del estado del monumento y la propuesta de intervención realizada por la Escuela de Conservación en Restauración en colaboración coa Facultade de Minas; e por último o traballo de conservación e restauración executado pola empresa Tomos baixo a dirección do arqueólogo do Concello, Xoan Carlos Castro".