No siempre nos queda claro que para cambiar las cosas no es necesario perderlas. Algo así volvió a pasarle a los pontevedreses hace ahora 25 años, cuando el trolebús 102, azul con techo blanco, realizó su último viaje a las cocheras. Unos saludaron la extinción de lo que consideraban sinónimo de avería y tardanza. Los menos hasta participaron en una manifestación que encabezó el político Camilo Nogueira en defensa de un transporte colectivo ecológico, silencioso y rentable.

En los años ochenta Pontevedra era ya la última ciudad de España en contar con este sistema de transporte.

Ya entonces, como recuerda el estudioso de los trolebuses Héctor Poderoso García, "había una conciencia entre la población a favor de la conservación del medio ambiente y en defensa de transporte que no produce contaminación acústica; a los pontevedreses no se les dio ninguna explicación de por qué fueron retirados".

Más aún, el experto explica algo que debió hacerse público en su momento: unos meses antes de la supresión la empresa recibió una oferta que parecía irrechazable, "unos fabricantes extranjeros le propusieron renovar la flota de troles clásicos por trolebuses modernos y articulados con plataforma a nivel del suelo para el acceso de carritos de compra, de bebés, personas con movilidad reducida etc", explica el investigador.

Esta más que generosa oferta se rechaza, sencillamente, por oscuros intereses económicos que alguien se encargará de probar algún día. Por el momento, los expertos indican que "lo que si está claro es que los políticos de la época, una corporación que encabezaba Rivas Fontán, se empeñaron en decir que estaban viejos, que eran muy antiguos, que exigían mucho mantenimiento".

La disculpa final fue un cambio de sentido del tráfico en una calle... Y a la ciudadanía no se le contó jamás la oferta de los fabricantes extranjeros, que habría hecho que Pontevedra fuese hoy una de las cerca de 230 ciudades europeas que cuentan con este sistema de transporte.

¿Cómo sería hoy el trolebús capitalino? Un buen ejemplo son los 6 troles de diseño futurista que TVR Castellón acaba de encargar a la compañía checa Skoda Electric: vehículos de 12 metros con un frontal que evoca un tranvía, con nuevos estándares de confort interior y baterías de alimentación independiente para que puedan circular por trayectos sin tendido.

"En Europa se les conoce como trolebuses híbridos o bimodales", destaca Héctor Poderoso, "son vehículos de última generación que llevan acopladas unas baterías por si acaso se avería el motor eléctrico o se va la luz puedan seguir funcionando convertidos en autobuses".

Esta batería acaba precisamente con dos de los principales problemas del trole a los que aludían sus críticos: la necesidad de estar permanentemente conectado a la catenaria o la interrupción del servicio en caso de un parón del suministro.

Eran, conviene reconocerlo, episodios bastante frecuentes desde que el 15 de diciembre de 1943 se había inaugurado la línea 1, Pontevedra-Marín. La adquisición de los mismos no había sido fácil e intervino Francisco J. Sánchez Cantón ante el duque de Alba, entonces embajador de España en Londres, para cerrar la operación. "La dificultad procedía de que se consideraba que los chasis de los trolebuses eran material de guerra", indicaba en 1994 el catedrático José Ángel Fernández Arruty, cuyo abuelo paterno, José Fernández Tafall, fue jefe de estación.

Finalmente, la Compañía de Tranvías Eléctricos de Pontevedra recibió los 6 primeros trolebuses, que eran de color blanco y se les apodó "chinos" porque en un principio estaban destinados a la ciudad de Cantón.

Cada 15 minutos salía un trole para Marín y tardaba en llegar a su destino 20 minutos, nada que ver con los tiempos cada vez más cortos que emplean los modernos trolebuses.

Como ejemplo, recordar que la compañía alemana Siemens ha sido contratada para electrificar un tramo de 30 kilómetros de la autopista que comunica el puerto de Long Beach, en Los Ángeles, con la estación ferroviaria. La previsión es que esta lanzadera esté operativa en julio de 2015 y permitirá que 35.000 trolecamiones conectados a la red recorran a diario el tramo transportando mercancías.

Otra de las claves en la mejora de los tiempos en los trolebuses son los interiores más amplios y cómodos de los nuevos vehículos, que acortan los periodos de acceso y descargas, promoviendo un flujo de ocupación más ágil.

La segunda línea, hasta Lérez, se inauguró en 1955 y siete años después se extendió hasta Alba. Por lo que respecta a los vehículos, Héctor Poderoso detalla que "en 1957 tres nuevos trolebuses fueron carrozados en los talleres de la propia compañía TEP y en 1961 la empresa compra a Londres ocho troles de dos pisos, los BUT Q1, que llegaron al puerto de Marín el 25 de febrero de ese año".

Tenían capacidad para 70 pasajeros sentados y 25 de pie.

Estos nuevos troles "llamaron enormemente la atención", indica José Ángel Fernández Arruty, y fue tal el grado de aceptación del transporte que "incluso se especuló con la posibilidad de implantar los trolebuses entre Pontevedra y Sanxenxo", aunque finalmente no llegó a concretarse el proyecto.

Reportajes de televisión, documentales, alguna película (caso de Botón de Ancla) y numerosas postales convirtieron a los troles en una de las imágenes más simbólicas de la ciudad.

Los trolebuses de doble planta desaparecieron en 1977. "Transportes La Unión estaba absorbiendo a Tranvías Eléctricos de Pontevedra", indica a este respecto Héctor Poderoso, "y compra la recién clausurada red de Valencia, 17 troles que años antes ya habían funcionado en Barcelona".

¿Cómo es que Pontevedra puede heredar troles tan antiguos? La explicación está en la mayor longevidad de estos vehículos: "El motor eléctrico tiene una vida media de 30 años", explica el experto, "mientras que los autobuses al utilizar motores diesel de gasoil tienen una vida media de entre 10 y 12 años, además de emitir todo tipo de gases contaminantes, mientras que los trolebuses no contaminan absolutamente nada y son cómodos, silenciosos y más rentables que el autobús".

Son precisamente los argumentos de la ciudad de Viena, con 227 kilómetros de tranvía y tendido eléctrico, para sumar 12 nuevos troles con capacidad para 40 personas, adquiridos al fabricante italiano Rampini. La tecnología de recarga más barata permitirá reducir en un 25% los costes de mantenimiento y combustible.

En el caso de Colonia, el objetivo de sus nuevos 8 troles de 18 metros es transmitir una visión futurista de la ciudad, un empeño que ha de conseguir la compañía UDL Bus & Coach con sus diseños.

Puertas amplias, imagen de vanguardia, indicadores que permiten que el viajero siempre tenga un listado actualizado de las rutas para darle opción a cambiar... Nada que ver con aquellos troles que hubo que tunear y modificar las puertas, dado que en Reino Unido se circula por la izquierda, o el pobrecito anciano que aparece en una foto de 1981 desvencijado, esforzándose por llegar silenciosamente a Marín. No debimos perderlos, no hacía falta para cambiar las cosas.